lunes, 21 de septiembre de 2015

27. Llorar.

Muchas veces nos escondemos para hacerlo, no nos gusta mostrar debilidad ante el otro. Llorar nos hace vulnerables y odiamos ser vulnerables.

Lloramos en la cama, escondiendo la cara en la almohada o debajo de veinte mantas. Lloramos en donde nadie pueda vernos ni oírnos.

Pero… Como nadie puede vernos ni oírnos, no hay ningún abrazo que alivie ese llanto.

Hasta que, una vez más, uno se anima y se muestra vulnerable, aunque se sienta un idiota.

Llorar en los brazos de alguien, incluso es mucho más liberador, porque sabemos que, lloremos lo que lloremos, ahí hay alguien que nos va a ayudar a levantarnos.

Hay alguien que nos está abrazando y que se va a encargar de secar esas malditas lágrimas.

Cuando el aire se agota y te aprietan las botas de tanto andar, cuando la cuenta es injusta y lo que mas te gusta te sabe mal.
De repente el disfraz de un soldado valiente te queda pintado.
Das un paso al frente, porque son urgentes las cosas que siempre has callado.

Y gritar y gritar y gritar y cederle al coraje un lugar.
Y ponerle nombre al miedo, y arrancarle un rayo al cielo.
Ser feliz aunque pueda fallar.

Porque un nudo en la garganta no se suelta si se aguanta, las espinas no se deben tragar.
Las palabras tienen filo y a mí nadie me ha prohibido gritar.
Como un perro asustado que nunca a ha ladrado te sentirás, 
como un disco olvido que nadie ha tocado resonarás, 
Porque nadie firmo con su sangre una ley que te quite el derecho, de pasar al frente y mostrar los dientes soltando la voz de tu pecho...”






Y así pasaron un par de semanas, Pedro y yo estábamos cada vez mejor.

Bueno, no sé si la palabra es mejor porque nunca estuvimos mal, me refiero a que la relación crece cada vez más y estoy hasta las manos con él.

¡Y lo peor es que me convenció! Sí, de ir a terapia.

Asique, ahora estoy en la sala de espera de un consultorio dudando hasta de mi nombre.

- Chaves.
-Me paré.- Acá.

Entré al consultorio y quería que me tragara la tierra. ¡De verdad!

- Sentate.

Hice lo que le psicóloga me dijo, primero quité mi abrigo y dejé mi cartera.

- Bueno, hola. Mi nombre es Sandra.
- Hola, el mío Paula.
- ¿Estás nerviosa, no?
- Sí, es la primera vez que hago esto.
- Tranquila, no vamos a hablar de nada que vos no quieras.
- Bueno.
- ¿Cuántos años tenes?
- 28.
- ¿A qué te dedicas?


Y así continuó con preguntas acerca de mi vida que respondí cada vez más nerviosa.

- ¿Pareja?
- Mmm… Algo así.
- ¿Qué sería algo así?
- Estoy con un chico hace un mes y medio más o menos.
- ¿Y es tu novio?
- Tenemos una relación.
- ¿Cuántos años tiene él?
- 18. –Dije dudosa.-
- Es más chico.
- Sí…

¡Y quería salir de ese tema ahora!

No sé muy bien cómo, terminé contándole de mi TAG y me dijo que veía algunos problemas que con las sesiones podrían ir profundizándose y no sé cuántas cosas más.

Le había prometido a Pedro que iba a probar un mes, asique al menos lo iba a intentar.

“Ya salí…”

“¿Y cómo te fue?”

“No sé Pepe, es raro. Bastante incómodo.”

“Ya vas a entrar en confianza.”

“Eso espero. ¿Nos vemos hoy?”

“Hoy es miércoles, salgo tarde del colegio.”

“Ah… Es verdad. Bueno, no pasa nada.”

“Te aviso, después de la escuela voy a salir a correr con un amigo, me baño y vemos. ¿Queres?”

“Dale. Un beso Pepe.”

“Beso Pau.”

En cuanto a mis viejos la situación seguía igual de tensa, casi ni hablábamos. ¡Me había hartado de que me digiten la vida!


Mi vieja me daba pena, sentía que mi viejo la manipulaba y nunca tuve una buena relación con él. Siempre fue demasiado frío y autoritario con nosotras y hasta una vez escuchamos con Virgi que él no quería tener hijos. ¡Y encima éramos mellizas!

Sinceramente, eso lo habíamos olvidado, pero la semana pasada charlando con mi hermana lo habíamos recordado. ¡Horrible!

Intentamos acercarnos a mi mamá, pero se negaba. Igual, no dejaba de dolerme lo que pensaba de mí.

Porque, claro… ¡Todo empeoró cuando se enteraron que Pedro tenía 18 años! 

- ¿Qué es lo qué haces con ese pendejito? ¿Garchan ustedes? ¿Es lo único que hacen, no?
- Vos no tenes derecho a preguntarme una cosa así.
- ¿Pero qué es lo qué hacen Paula? ¡Respondeme!
- Yo soy una mujer papá, no soy una nena.
- ¿Y qué me queres decir eso?
- Nada.
- No. ¿Qué me queres decir?
- Que no tengo por qué darte explicaciones.
- ¡Soy tu papá!
- ¿Y si tiene 18, qué?
- ¡Es nene!
- No es un nene. ¡Es mi vida y mi cama! –Grité, con bronca.- Yo no voy a ser la muñequita de torta que vos queres.
- ¿Por ese pibe? ¿Qué? ¿Te garcha  bien? ¿Te hace acabar? ¡Claro! ¡Porque Alejandro nunca pudo!
- ¿Vos hablabas con él de eso?
- ¡Obvio!
- ¡No podes ser tan mierda! 
- Te tengo que cuidar hija.
- ¿Vos cuidarme? ¿Vos? ¡La puta madre papá! ¡Me estás faltando el respeto!
- ¡Vas a dejar de ver a ese chico!
- ¡Vos vas a dejar de verme a mí!
-Me pegó una cachetada.- ¡Vos no me hablas así!
- Te volviste loco.
- ¡No! ¡Vos te volviste loca!
- No quiero que me vuelvas a hablar. –Y me quise ir.-
- ¡Paula! –Me siguió.-
- No todo es como a vos te gustaría y tampoco es como a mí me gustaría. ¡Pero él me hace bien! –Me agarró del brazo.- ¡Soltame!
- ¡Sos una puta! ¡Lo único que te importa es que te traten bien en la cama!
- Te estás yendo al carajo. –Dije ya llorando y me fui corriendo.-

- Y eso fue lo que pasó. –Dije llorando.- ¡Y odio estar llorando! ¡Odio llorar! –Dije con bronca.-
- Hey, hey. ¡Para! –Me abrazó.- Llorar  a veces hace bien.
-Suspiré.- ¡Lo odio!
- Tranquila. –Me abrazó más fuerte y besó mi mejilla.- Tranquila.
- ¿Por qué? ¡Se supone que es mi papá!
- Lo es.
- ¿Y me trata así? 
- Quiere cuidarte.
- No lo está logrando.
- Trata de no pensar ahora, mejor intenta tranquilizarte.
- Estar con vos me tranquiliza.
- Yo me quedo con vos.
- Gracias.
- Sh…

Acarició mi pelo por un rato y de a poco yo me iba tranquilizando.

- Me siento una estúpida llorando.
- No es así.
- Sí, es así.
- Tenes que animarte a sentir un poco más.
- Para eso te tengo a vos.
-Besó mi frente.- Siempre.
- No lo quiero ver más.
- Nadie te va a obligar a hacerlo.
- Eso espero.
- No pienses más, dale.
- Abrazame.

Pedro me abrazó y nos quedamos allí por un rato. No quería nada más que no fuera él.

- Pau…
- ¿Qué Pepe?
- ¿Queres que cocine algo?
- No, de verdad que no tengo hambre.
- ¿Miramos una peli?
-Suspiré.- ¿Te aburrís?
- No, solo quiero que estés mejor.
-Lo miré, ya que estaba acomodada en el sillón y con mi cabeza en sus piernas.- Estoy mejor si estás conmigo.
- ¿Segura?
- Sí. –Acaricié su mejilla.- 
- ¿Me puedo quedar hasta mañana?
-Le sonreí.- Me encantaría.
- Algo tenemos que comer
- Mmm… En un rato vemos, me quiero quedar un ratito más acá.
- Bueno, como prefieras. –Respondió acariciando mi pelo.-

Lo peor de todo es que ese sábado cumplía años y de lo que menos tenía ganas de festejar.

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Mi maldita obsesión por musicalizar: https://www.youtube.com/watch?v=WTg1EvLMlv8 Gritar - Luis Fonsi.

Capítulo de más por la Primavera (?

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