miércoles, 9 de septiembre de 2015

12. Vamos a arder más que el sol.


Cuando estás con alguien que, por primera vez, te tiene en cuenta…

Con alguien que te cuida, que sabe que vos también sos parte de eso que estamos haciendo.

Cuando el otro sabe que somos dos… No podes no caer, al menos, en un poco de amor.

Cuando  un hombre se importa más por vos que por él en la cama, es imposible no caer en sus redes. En sus brazos. ¡Es imposible no caer en él!

Y cuando eso lo hace en todos los ámbitos de la vida, cerras los ojos y te das cuenta que las cosas ya no tienen vuelta atrás. Las cosas son así, no podes evitarlas.

Lo único que te queda, es disfrutarlas.

Esta noche, somos jóvenes, así que vamos a incendiar el mundo, podemos arder brillando más que el sol.



Esa noche habíamos cocinado juntos.

Pero…

Los platos ya estaban vacíos, la carne se había terminado. La botella de vodka estaba por la mitad y mejor no entrar a describir nuestro estado. Yo estaba sentado en el sillón y Paula a mi lado, con sus piernas sobre las mías.

- Me parece que nos estamos yendo al carajo. –Dijo.-
- ¿Y está mal?
- No sé, nunca tomé tanto.
- Es momento de empezar a romper las reglas. –Dije acariciando sus piernas, ella sonrió y suspiró.-
- Son muchas reglas, todas juntas.
- Es mejor hacer todo de golpe.
- ¿Vos decís?
- Yo digo. –Y tomé otro trago.-
- Yo digo que tenemos un pedo que mañana no nos podemos levantar de la cama.
- Vamos por la segunda botella.
- Para un poco boludo.
- No che, un poco de joda loca. –Y me levanté para comenzar a menear.-
-Rio.- No te podes mantener ni en pie.
- ¿Y vos?
- ¿Yo qué?
- Levantate.

Paula se levantó y casi se cae. Reímos.

- Paremos de tomar, en serio.
- Bueno vieja.
- ¿Vieja quién?
- ¡Vos!
- ¿Ah, sí?
- ¡Sí! –Dije desafiándola y acorralándola contra una pared.-
- Vas a ver el aguante que tiene esta vieja. –Agarró la botella y tomó del pico, se la quise sacar de las manos y sin querer, una gran cantidad de vodka mojó su ropa.-
- Prefiero tomarte el aguante en otro lado.
- ¿En dónde?
- En la cama.
- ¿Vamos a garchar otra vez?
- ¿Se te ocurre un plan mejor?
- La verdad que no. –Y tomó un poco más.-
- Deja la botella. –Se la saqué y la dejé a un lado, quiso escaparse pero la tomé de los brazos.- No señorita, usted esta noche es mía.
- ¿Suya?
- Vamos a arder más que el sol.
- Pero que poeta.
- Es una canción.
- Que poeta trucho entonces. –Reímos y nos besamos.-
- Hago lo que puedo.
- ¿Con qué?
- Con las tácticas de enamoramiento.
-Largó una carcajada.- No necesitas tácticas.
- ¿No?
- No, con solo mirarme ya me enamoras. –Confesó.-
- Es lindo saberlo.
- Me hace mal estar en pedo, digo boludeces.
-Reí.- ¿Y puedo hacer algo para que te olvides de que estás en pedo?
-Rio.- No sé, fijate vos.
- Yo me fijo… -Dije acariciando su cuerpo.-
- Me podes. –Dijo y tiró su cabeza hacia atrás, contra la pared.-
- Vos me podes a mí. –Mordí su cuello y ella suspiró con fuerza.-
- Haceme tuya. –Dijo tomándome por la nuca.-
- Vos ya sos mía. –La miré y sonreímos cómplices.-
- Eso verdad. –Me guiñó el ojo.-
- Perdón, pero no aguanto más. –Y la besé.-

Aquel beso se intensificó y nuestras lenguas se chocaban sin piedad. Yo sentía como sus manos presionaban mi cola y las mías no dejaban en paz a su espalda. Mordí su labio.

- ¡Para forro!
- Sh chiquita. –Y le di una palmada en la cola.-
- Calmate nene.
- Dejame llevarte al cielo.
- A donde quieras.
- Acordate de que me diste permiso eh.
-Rio.- Soy una mujer de palabra.
- Mejor así entonces. –Volví a besarla.-
- ¿Vas a dejar de prometer y vas a empezar a hacer o qué? –Preguntó coqueteándome.-

Sonreímos, cómplices y volvimos a besarnos.

Su mano se dirigió a mi bulto. Abrí mi pantalón y le facilité el trabajo. Mis manos se deslizaron desde su abdomen hasta su delantera y con mis dedos dibujé figuras abstractas, ella no llevaba corpiño. Sus pezones duros se transparentaban por la remera mojada con la bebida alcohólica, la cual quité rápidamente. Bajé mis pantalones hasta mis rodillas y me abalancé sobre su cuerpo y humedecí toda la piel de sus pechos con mi lengua mientras ella pellizcaba mi cola. Mordí uno de sus pezones y ella arqueó su espalda.

- Como te gusta eh. –Dije en su oído y ella presionó con más fuerza mi cola, sobre su cuerpo.-
- Seguí.

Hice lo que me pidió, hasta que quedamos sentados, ella enroscaba mis piernas en mi cintura y nuestras bocas estaban hechas una de nuevo. Bajé por su cuello y cuando quise volver a sus pechos, ella me lo impidió y quitó mi remera. Presionó mi pecho con el suyo y sonreí.

- Para un poco loquito.
- ¿Qué pare qué?
- Besame. –Dijo capturando mis labios con los suyos. Mientras me besaba daba pequeños saltitos, haciendo que su pelvis y la mía choquen. ¡Y yo era el que tenía que frenar!.-

Quité su pollera y mi pantalón. Tan solo quedaban su tanga y mi boxer. Sus besos recorrieron todo mi pecho y mis manos se deslizaban por su espalda.

Se despidió de mi boxer y era momento de entregarme. Habían sido pocas veces, pero ya sabía que nadie lo haría mejor que ella. 


Cuando terminó, volvió a mi boca y mis dedos se deslizaron por su parte más íntima sin ninguna vergüenza. Sus ojos cerrados y su ligera sonrisa me enloquecían.

Se sentó sobre mí, dándome la espalda. Mis manos se posicionaron en sus cintura y volvió a hacer aquellos saltitos sobre mí, cada vez con más intensidad. Su cuerpo temblaba y el mío también. Gritábamos sin vergüenza. Luego, la ayudé con mis manos en su zona más íntima.

-

Todavía no podía creerlo. Me iba a volver loca. Estábamos envueltos en una manta, en el sillón. El alcohol dejaba de hacer efecto y el dolor de cabeza aparecía.

- Nunca me había pasado. –Dije en su oído.-
- ¿Qué cosa?
- No seas tarado.
- Pregunto de verdad.
- Lo que pasó cuando…
- ¿De verdad?
- De verdad.
- Cuando quieras, vuelvo a hacerte estallar.
- ¡Basta! Ya me da vergüenza.
- ¿Por qué? Si los hombres lo hacemos, las mujeres también pueden.
- Bueno, listo. Solo quería decírtelo. –Me abracé a él.- Me estás haciendo descubrir un mundo nuevo, es la primera vez que alguien se preocupa por mi placer cuando garchamos.
- Tu novio es un pelotudo que no te valora.
- No hablemos de él.
- Como prefieras.
- Y ahora, que estoy un poco en pedo, me voy a animar a decirte algo.
- ¿Qué?
- Me encanta cojer con vos, pero… -Hice una pausa.- También me encanta todo lo otro tuyo.
-Acarició mi brazo.- Lo sé.
- ¿De verdad?
- Sí.
- No quiero que seas mi sextoy.
-Rio.- No pienses boludeces.
- Es que estamos todo el tiempo…
- La piel se enciende, no lo podemos evitar.
- Bueno, pero no me gustas solo por eso.
- Vos tampoco me gustas solo por eso.
- Me alivia saberlo.
- Sos tan linda. –Nos besamos.-
- Pepe…
- ¿Qué?
-Suspiré.- No, nada. –Me acomodé en su pecho.-
- Dale… ¿Qué?
-Reí.- Te iba a decir que la paso muy bien con vos, pero me parece muy repetitivo.
- Me encanta que me lo digas. –Besó mi frente.- Yo también la paso increíble con vos.
-Besé su pecho.- Quiero quedarme acá toda la vida.
- Quedate, nunca te voy a soltar.

Sonreí muerta de ternura y no dije más nada.

Después de un rato, ya estábamos vestidos y comíamos algo. Sino nuestro hígado iba a morir.

- Se me parte la cabeza. –Dije.-
- Es que no largabas la botella.
- El alcohol me desinhibe.
- Me di cuenta.
-Reí.- ¿Estuve muy mal?
- Estuviste increíble. Es más, la próxima te pongo en pedo para que me cuentas algunas cosas.
- ¿Por qué?
- Quiero saber algunas cosas sobre vos.
- ¿Cómo cuáles?
- ¿Me prometes que me contas la verdad?
- Está bien, te lo prometo.


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Prometo que mañana ya se calman, jajajaja

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