martes, 13 de octubre de 2015

56. La segunda primera vez.

“Ya va siendo hora de que vos y yo arruguemos las sábanas.”



La fui a buscar y me paré detrás de ella.


- Permiso eh. –Dije y tapé sus ojos.-
-Rio.- Estás loco.
- Dejame sorprenderte un poco. –Besé su cuello.-
- Te dejo, te dejo. –Sonrió.-

La llevé hasta la cocina tapándole los ojos. Aproveché para besar un poco más por su cuello y destapé sus ojos, luego de sacar una flor del centro de mesa y ponerle frente a ella.

-Sonrió.- Gracias. –Agarró la flor y me dio un beso.- ¡Cuánto romanticismo!
- ¿Es mucho? –Pregunté riendo.-
- Puede ser, pero me gusta.
- ¿Cambiaste mucho en este tiempo?
- No. –Se dio vuelta para poder mirarme a los ojos.- Pero, si viene de vos, me da ternura.
- Es bueno saberlo. –Reímos y nos besamos.- Sentate.
- Dale.

Nos sentamos en la mesa y ella dejó su flor al lado del plato.

- ¿Puedo probar?
- Obvio, para eso está.
-Sonrió y cortó un poco de su pollo con algunas verduras.- Mmm…
- ¿Qué?
- Está buenísimo Pepe.
- Bueno, gracias.
- No perdiste la mano eh.
- Digamos que me cocino todos los días.
- ¿Posta?
- Sí. ¿Vos no?
- Cuando Delfi está con vos me da mucha fiaca.
- Sos tremenda.
-Rio.- Bueno, no me gusta mucho cocinar. Lo sabes.
- Tenes razón, lo sé. –Dije sirviendo un poco de vino en su copa y luego en la mía.- ¿Brindamos?
- Dale. –Y levantó su copa.-
- ¿Por qué brindamos?
- Mmm… Yo brindo porque podamos hacer que funcione y por Delfi.
- Brindo por lo mismo. –Sonreímos y chocamos nuestras copas, cada uno tomó un sorbo y comenzamos a cenar.-
- Pepe…
- ¿Qué?
- ¿Vos pensas que vamos a poder?
- Mmm… ¡Deja de pensar en el después!
-Rio.- Ay, perdón.
- Disfrutemos de esta noche. ¿No te parece?
-Sonrió.- Sí, me parece. -Busqué su mano y la besé.-  

La cena pasó por varios temas, su vida la mía, Delfi, nosotros… 

En fin, por suerte en ningún momento nos habíamos quedado en silencio, eso me ponía demasiado incómodo. 

Levantamos la mesa entre los dos, porque no me dejó hacerlo solo y serví dos copas de helado. 

Fuimos hasta el sillón, yo me senté allí y ella se sentó a mi lado, con sus piernas sobre las mías.

Su copa se terminó y la dejó a un lado, apoyó su cabeza en mi hombro y yo la abracé por el costado, luego de dejar también mi copa.

- Me siento como la primera vez que fui a tu casa, a escondidas y sin saber muy bien qué hacer.
- Yo creo que esa vez si sabías muy bien qué hacer.
-Rio.- Era todo una fachada, estaba tan nerviosa como vos.
- ¿De verdad?
- Te lo juro, me quería hacer la experta y yo nunca la había pasado bien con alguien en la cama hasta esa noche.
- ¿O sea que sos una mentirosa?
-Rio.- Un poquito. –Reímos y nos dimos un beso, quedamos frente a frente, pero sus piernas seguían sobre las mías.-
- ¿Y ahora también estás nerviosa?
- Muy. –Dijo riendo.- Y me muero de vergüenza de decirlo.
- Me seguís encantando como esa noche.
- Estoy un poco más baqueta, tuve una hija en el medio. –Reímos.-
- Para mí seguís siendo la mujer más hermosa del mundo. –Acaricié su mejilla.- 
- Y a mí tus caricias me siguen erizando la piel.

No hacía falta hablarlo, los dos éramos grandes y sabíamos perfectamente que aquella noche terminaba en la cama. 

Mi mano la tomó por su cuello y la besé, ella se sentó sobre mis piernas y la abracé por la cintura.

- Cada vez que nos besamos siento que el tiempo no pasó. –Dijo y me besó, tomándome por el cuello.-
- Te juro que me pasa lo mismo. –Sonreímos cómplices.-
- Siento que fuimos muy boludos al esperar tanto. –Dijo sin dejar de besarme.-
- No pensemos en eso.
-Sonrió.- Tenes razón, prefiero hacer otras cosas.
- ¿Cómo cuales por ejemplo?
- Mmm… -Se hizo la boluda.-
- Dale che, a mí no se me ocurre nada. –Dije riendo.-
-Se acercó a mi oído.- Se me ocurre que podemos tener una muy buena noche estando desnudos, uno encima del otro.
-La abracé por fuerza de la cintura.- Siempre tenes el plan ideal. –Reímos.-

Nos acercamos lentamente hasta que nuestros labios se reencontraron con muchas más intenciones que un simple beso. Mis manos se deslizaron desde su cintura hasta sus omoplatos por debajo de su camisa y por encima de su remera. La acerqué más a mí, provocando que aquel beso se intensifique. Su lengua jugaba con la mía y sus labios seguían siendo tan exquisitos como siempre.

Hice que se levantara y yo me paré con ella, sin separar nuestros labios en ningún momento. Me abrazó por el cuello y comenzó a caminar hacia atrás mientras yo la empujaba en dirección a mi habitación.

La trabé contra el placard, como tanto nos gustaba y presioné mi cuerpo sobre el suyo. Nos miramos unos segundos y luego, sin decir más que lo que decían nuestras miradas, volvimos a besarnos. Sus manos se deslizaban por mi espalda y las mías por su cola.

- Te extraño tanto mi amor. –Dijo.- 
- Yo también te extraño, mi amor. –Y mis besos bajaron por su cuello mientras ella me despeinaba. Tironeándome del pelo, hizo que vuelva a su boca y reí. Volvimos a besarnos y me tiró contra la cama, cayó sobre mí y la agarré con fuerza de su cintura.-
- Creo que se me va a salir el corazón del pecho. –Quitó una de mis manos de su cintura y la puso sobre su pecho.-
-Sonreí y acomodé el pelo detrás de su oreja.- Esperé demasiado este momento.
- Casi nueve años. –Dijo.- A mí me pasó lo mismo.
- ¿Entonces por qué seguimos hablando? –Reímos.-
- Porque quiero que sea lo más largo posible, quiero disfrutarlo. –Me besó.-
- Yo voy a hacer que lo disfrutes. –Ella sonrió y volví a besarla.-

Las palabras ya no importaban.

Aquel beso estaba lleno de deseo, nuestros cuerpos denotaban cuando nos habíamos extrañado y necesitado durante todo ese tiempo. Sentí sus mejillas húmedas y paré aquel beso.

- ¿Qué pasa?
- Nada.
- Estás llorando.
-Rio.- Me siento una tarada, es que te extrañé mucho.
-La abracé con fuerza y la llené de besos.- Tan linda sos, tan linda.

Hice que diéramos media vuelta y quedé sobre ella, mis besos siguieron sobre sus labios y luego en su pecho mientras corría un poco su camisa, para que yo pudiera besar sus hombros. Sus piernas sostenían con fuerza mis caderas y mis labios intentaban dejar rastros en su piel. Mientras tanto, las manos de Paula se deslizaban por debajo de mi camisa. Volví a su boca e hice que se sentará sobre mi cuerpo, para poder quitar su camisa y enviarla al mismísimo diablo. 

Luego de que lo hice, ella me dio un beso corto en mis labios y bajó con ellos por todo mi cuello hasta llegar al primer botón de mi casa y desabrocharla lentamente, mientras la punta de sus dedos acariciaban mi pecho, terminó de desabrocharla y la corrió para poder besar mi pecho mientras yo tan solo la disfrutaba. Quitó mi camisa y la dejó junto con la suya, en el suelo. 

Se arrodilló sobre la cama y yo me posicioné detrás de ella, besé su nuca y mis manos quitaron con mucha lentitud su remera, llené de besos la piel de su espalda y quité su corpiño, sin dudarlo ni medio segundo, la abracé por la espalda tomándola de sus pechos y ella tiró su cabeza hacia atrás, dejándola sobre mi hombro. 

Besé su cuello y comencé pellizcando sus pezones, hice que diera media vuelta y ahora fueron sus pechos los que recibieron la visita de mis besos y mi lengua, mientras ella se sostenía con sus brazos sobre el colchón y disfrutaba de lo que estaba haciendo.

La abracé por la cintura y la acerqué a mí, para poder besarla otra vez. Sentía sus pezones erectos sobre mi pecho y ya estaba enloqueciendo. Sus manos bajaron por mi espalda ya desnuda hasta mi cola y fueron hacia delante, para desabrochar mi pantalón de jean. Besó mi cuello y me tiró sobre la cama, sonreí y ella luego de sacar mis zapatillas y mis medias, terminó de desabrochar mi pantalón para deshacerse de él. Sonrió muy pícara y sus manos acariciaron por encima de mi bóxer. ¡No era día para hacerse desear Paula! Suspiré y cerré mis ojos, sentí sus dedos clavarse por debajo de la tela y sonreí, lo deslizó lentamente por mis piernas y ya estaba a punto de llegar al cielo. 

Claramente no se había olvidado de nada. 

Sin dudarlo, la acosté sobre la cama y la dejé en ropa interior en menos de un segundo, mis dedos se deslizaron lentamente por sobre la tela mientras abría sus piernas y luego lo hicieron con más velocidad, terminé de desnudarla y sus manos me obligaron a besar su zona más íntima… Creía que yo tampoco me había olvidado de cómo enloquecerla. 

Su cuerpo temblaba cuando había terminado mi trabajo y luego de rodear su ombligo con mi lengua y de ponerme un forro, me dirigí a su boca mientras frotaba mi masculinidad sobre su femineidad.

Ella no dijo nada, tan solo me tomó por la nuca e hizo que la besará, mientras lo hacia me adentré en ella y ambos sosteníamos el cuerpo del otro y gemíamos estando a milímetros de distancia, sentía su respiración caliente sobre mi cara y me volvía completamente loco. Sus uñas se clavaban en mi piel y mis manos apretaban su nuca.   


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Con lo que pidieron esto si hoy no me llueven los comentarios ya van a ver... (?

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