jueves, 29 de octubre de 2015

76. Infancia.

La infancia, esa etapa a la que todos queremos volver y la que creemos que está cerrada y enterrada en el olvido… Está siempre latente, siempre ahí, esperando para decirnos algo.

Esa primer etapa de la vida nos marca a fuego, nos deja cicatrices imposibles de borrar…

Cicatrices que pueden reprimirse y que de un momento al otro, se hacen concientes y nos hacen entender cosas que antes no podíamos comprender.



“Buenas noches hermosa…”


“Buenas noches Pepe. La cama está fría sin vos…”

“No me digas eso que voy corriendo a tu casa.”

“Me gustaría que una casa sea de los tres y a veces quisiera que mi mente deje de trabajar tanto y tan aceleradamente.”

“Ojo que yo quiero lo mismo eh.”

“Bueno Pepe, pero hay que darle tiempo a las cosas y mi cabeza no lo entiende.”

“Esa cabecita loca.”

“Jajajaja, mi cabecita loca solo quería hablar un ratito con vos antes de dormir.”

“Me parece perfecto.”

“Vos sos perfecto…”

“Wow, qué halago.”

“No te agrandes igual, fue solo un piropo…”

“¡No me pinches el globo!”

“Jajajaja, bueno, perdón… Es para que no te subas al caballo.”

“Entendí, fue solo una mentira para que me sienta bien.”

“No seas tan cruel tampoco, jajaja”

“No quieras robarme el puesto de chamullero igual.”

“Tranquilo que ese lugar es tuyo, siempre… jajajaj!”

“Menos mal…”

“¡Tenes el trofeo del primer puesto!”

“Bien que te gusta que te diga cosas lindas.”

“¿Eso quiere decir que todo lo lindo que me decís es chamullo?”

“No tonta, todo lo que te digo es la verdad.”

“Mmm… No te creo.”

“No seas mala.”

“No soy mala, soy realista.”

“Sos hermosa.”

“Chamullo.”

“Jajajajaja. ¡No me dejas mimarte!”

“Sabes muy bien que te dejo.”

“Eso es verdad.”

“¡Deja de pelearme entonces!”

“Estás demasiado susceptible.”

“Puede ser. Perdón.”

“¿Te pasa algo?”

“No, solo estaba pensando un poco.”

“¿Se puede saber en qué?”

“En nosotros, en Delfi, en mi familia.”

“Si necesitas que hablemos un rato, sabes que podes contar conmigo.”

“Gracias mi amor, de verdad.”

“No tenes nada que agradecer.”

“Me voy a dormir Pepe, qué descanses.”

“Qué descanses mi amor.”

Estaba decretado que aquella noche no dormiría. Me preparé un té y me senté en mi cama, me sentía encerrada en aquellas cuatro paredes y sentía que aquel lugar se hacía cada vez más pequeño.

Dejé libre a mi mente, me decidí a escucharla, para después de mucho tiempo, lograr entender por qué tenía tanto miedo.

Era un miedo irracional, que no conocía… Tenía miedo de que me lastimara, aún sabiendo que me ama. Tenía pánico de lastimar a mi hija y de lastimarme a mí. Me negaba a seguir sufriendo, porque no lo soportaba más. Fueron años de sufrir de silencio por un amor que no podía gritar, fueron años de intentar superar algo que ahora entiendo, siempre va a ser parte de mí. Pedro es parte de mí.

Fueron noches enteras de llorar porque lo único que quería era sentir sus brazos rodeándome. 

Las lágrimas fueron demasiadas y las horas de sueño que perdí, también.

Pero, como dicen, la vida es sabia y para aliviar todo ese sufrimiento, Delfi apareció en mi vientre. Ella fue, es y será la razón de mi vida, por ella todos los días me levanto de la cama, aunque lo único que quiera es que las sábanas me traguen.

El mayor aprendizaje que tuve en mi vida desde que fui mamá fue ese, Delfi siempre iba a ser mi prioridad y no renegaba de eso, todo lo contrario.

Mi hija, sin saberlo, me salvó de un sufrimiento enorme… Porque sufrir por amor duele, duele en lo más profundo. Es un dolor que termina por convertirse en corporal y que, aunque intentes taparlo, siempre se las ingenia para aparecer.

Aprendí, aprendí a convivir con ese dolor y a aceptar que era parte de mí.

Y de repente, sin saber muy bien cómo, ese amor vuelve a mi vida. Ese hombre vuelve a besarme y a hacerme suya. Pedro, otra vez, era mi… ¿Pareja? Bueno, nunca tuvimos título, y tampoco era momento de tenerlo, la cuestión es que Pedro y yo estábamos juntos otra vez y si bien, eso me hacía completamente feliz, también me llenaba de miedo.

Fue esa noche cuando pude comprender de donde provenía tanto miedo… Un recuerdo reprimido se hizo conciente sin previo aviso.

Recordé una conversación que había escuchando de pequeña, en donde mi papá le dejaba muy en claro a mi mamá que no la amaba y que estaba con ella solo por compromiso. Mi mamá, sin importarle demasiado lo que le estaba diciendo, se humilló y le prometió que se iba a volver a enamorar de ella, mi padre, insistente, le repetía que para él, ella ya no existía. 

¿Cómo pudieron todos esos años aguantar esa farsa? Y lo peor de todo, fue el final.

Tenía miedo de eso… Tenía miedo de que mi familia, o el intento de aquella, terminara reventado contra el piso como aquella, que aunque lo quiera negar, también es mi familia.

Sentía pánico de que mi hija sufriera tan solo una parte de lo que yo sufrí, y si bien sabía que Delfi deseaba mucho que Pedro y yo estuviéramos juntos, Pedro y yo siempre fuimos padres muy presentes y ella es feliz. 

¡De solo imaginar su carita cuando se lo contáramos me moría de amor! 

Pero, también me moría de pánico por condenarnos, a Pedro y a mí, a vivir una farsa como mis papás, solo para no hacerla sufrir… Porque sí, estaba segura de que mi mamá se dejó humillar solo por mi hermana y por mí.

Uno siempre cree que la infancia se deja atrás y es una locura darse cuenta que deja marcas imborrables.

Me levanté de la cama y fui hacia la habitación de Delfi, me arrodillé a su lado y acaricié su frente.

- Mamá siempre te va a cuidar y te va a amar con su vida princesa, te lo prometo. 

Besé su frente y me quedé un largo rato mimándola. Era mi pasatiempo preferido. Ser su mamá era la tarea más linda y compleja que la vida me había regalado.

No, no estaba pensando en dejar a Pedro.

Solo estaba pensando cómo podía hacer para que nadie saliera lastimado y que todo funcionara como deseaba. Sí, obvio que era complicado y que no lograba encontrar una solución.

¡Necesitaba desenredar aquel maldito ovillo! Pero, llevaba casi nueve años enroscándose y llenándose de nudos, era una tarea complicada.

Delfi abrió sus ojitos y me miró.

- Perdón princesa, seguí durmiendo.
- ¿Por qué estás acá?
- Porque no me podía dormir y te extrañaba.
-Sonrió.- ¿Queres dormir conmigo?
- ¿Me dejas?
- Sí mami, obvio. –Y abrió su cama, yo sonreí muerta de amor y me acosté a su lado.-
- Gracias hermosa.
- ¿Puedo dormir arriba tuyo? 
- Obvio que sí.

Ella se acomodó sobre mi cuerpo y me abrazó, yo también la abracé.

- Dormí mami, dale.
-La abracé más fuerte.- Te amo mi amor… -Besé su cabeza.- 
- Te amo ma.
- Que sueñes lindo hija.
- Vos también…

Delfi al ratito se quedó dormida y no podía dejar de mirarla.

Era tan linda y no hablo solo de sus facciones, que para mí eran perfectas, hablo de su personalidad. Hablo de cómo es con los demás y conmigo. Digo que es linda por su ternura y por su capacidad de dar amor infinito… 

Definitivamente, ella era lo mejor que había hecho en mi vida.

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Ayer llegamos a la mitad de la novela y no me había dado cuenta. ¡Mierda que pasa rápido!

Aquí les dejo el capítulo de hoy y un pedido... POR FAVOR, respondan acá ;) https://twitter.com/fanfictionpyp/status/659808075667349504 


3 comentarios:

  1. Que linda que es Delfi! Un amor! Dan ganas de comerla a besos... ;)

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  2. Lo que son 🙏🏻 capa escribiendo *supongo que sabrás quién soy*

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