“Cuando el sol baja por mi
espalda, cuando el viento sopla
de más, cuando pierda mi rumbo,
yo sé que ella está.
Su coraza no lo hace rudo, su pureza es mi gravedad, la emoción lo dejó desnudo.
Con mis pies al suelo y mi frente a Dios, nada me hace falta con vos.
Y canto...
En tus ojos está mi vida, en tus manos, mi contención. Es tu alma que me ilumina, no estoy sola.
Las miradas no dicen nada, si te encuentro yo sé quién soy, es tu alma que me ilumina, no estoy sola.
Si supieras cuánto necesito de tu amor para sobrevivir, tus palabras son el paraíso donde yo estoy, donde yo soy feliz.
En tus ojos está mi vida, en tus manos, mi contención. Es tu alma que me ilumina, no estoy sola.
Las
miradas no dicen nada, si te
encuentro yo sé quién soy, es tu
alma que me ilumina, no estoy
sola.”Su coraza no lo hace rudo, su pureza es mi gravedad, la emoción lo dejó desnudo.
Con mis pies al suelo y mi frente a Dios, nada me hace falta con vos.
Y canto...
En tus ojos está mi vida, en tus manos, mi contención. Es tu alma que me ilumina, no estoy sola.
Las miradas no dicen nada, si te encuentro yo sé quién soy, es tu alma que me ilumina, no estoy sola.
Si supieras cuánto necesito de tu amor para sobrevivir, tus palabras son el paraíso donde yo estoy, donde yo soy feliz.
En tus ojos está mi vida, en tus manos, mi contención. Es tu alma que me ilumina, no estoy sola.
- ¿Qué? ¿Qué
tiene? –Pregunté alarmado.-
- Apendicitis.
-Suspiré.- ¿Cuándo? ¿Hay riesgos?
- Hoy mismo… No, los riesgos mínimos de una operación.
- Okei…
- ¿Quiere decírselo usted?
- Sí.
- Está bien, en un rato vengo con una enfermera.
- Bueno.
Entré a la habitación con mi cuerpo temblando y la llamé a Pau.
- ¿Qué pasa Pepe? Estás blanco.
- Tiene apendicitis. La tienen que operar.
- ¿Qué? –Preguntó con lágrimas en los ojos.-
- Me lo acaba de decir el médico.
- Ay, no… -Y comenzó a llorar.-
- Tranquila, va a estar bien…
- No me pidas que esté tranquila.
La abracé y besé su mejilla.
- No llores, tenemos que estar bien para que no se preocupe.
- ¿Se lo vamos a decir nosotros?
- ¿Te animas?
-Se encogió de hombros.- Prefiero.
- Veni… -La tomé de la mano y nos acercamos a Delfi.
Delfi estaba hecha un bollito en la cama y nos acercamos a ella.
- Princesa, tenemos que hablar con vos. –Dije y besé su cabeza.-
- ¿Qué pasó?
- No tenes lo que habían dicho. –Y seguí hablando yo, era claro que Pau no podía sin largarse a llorar.- Tenes otra cosa.
- ¿Qué?
- Se llama apendicitis.
- ¿Y qué es eso?
- El apéndice una parte que tenemos en el cuerpo que no sirve para nada.
- ¿Y para qué la tenemos? –Preguntó riendo.-
- No sé, pero te la tienen que sacar para que te deje de doler.
- ¿Cómo?
- Te van a dormir por un ratito y te lo van a sacar.
- ¿Cuándo?
- En un ratito.
- ¿Y duele eso?
- Cuando te despiertes te va a doler un poco, pero sino, te va a seguir doliendo así como ahora.
- Ahora me duele mucho.
- Bueno, cuando te lo saquen te va a doler mucho menos.
- Mmm… Bueno. –Dijo sin entender demasiado.-
Pau la abrazó sin decirle nada y yo me uní al abrazo.
- Papá y mamá van a estar acá, con vos. ¿Sabes? –Dijo Pau.-
- Sí, quédense porque me da un poquito de miedo.
- Nosotros nos quedamos princesa. –Agregué yo y besé su mejilla.-
Después de un rato, ella se separó de nosotros y volvió a acostarse.
- ¿Me voy a tener que quedar acá, no?
- Algunos días… -Dije.-
- ¿Podes ir a la casa de mamá y traerme a Nina?
- Sí, obvio.
- Y algo para dibujar, para cuando me sienta mejor.
- Sí Delfi. –Besé su cabeza.-
Pau me llevó hacia un costado.
- Anda ahora Pepe… -Dijo Pau.- Porque no lo voy a aguantar sola.
- No te preocupes, vamos a esperarla juntos.
-Suspiró.- ¿Me traes el cargador del celular? Está en mi mesita de luz.
- Dale, paso a buscar el mío también y le traigo algo de ropa a Delfi…
- Gracias.
- Hey, no agradezcas. –Sonreímos.- En un ratito vengo.
Me acerqué a saludar a Delfi y me fui.
-
- Mami…
- ¿Qué mi amor?
- ¿Venís conmigo?
- Sí Delfi…
Me acerqué a ella y volví a sentarme en aquella silla.
- ¿Puedo poner la tele?
- Sí. –Agarré el control.- Toma…
Ella prendió la tele y quería tener su ingenuidad y tranquilidad…
- ¿Necesitas algo mi amor?
- Que me hagas mimitos.
-Sonreí.- Bueno, entonces te hago.
Me quedé con ella, jugando con su pelo e intentando contagiarme de su tranquilidad.
- Ma…
- ¿Qué Delfi?
- ¿Vos estás triste?
- No princesa, solo quiero que estés bien.
-Tomó mi mano y sonreí.- ¿Vos te quedas conmigo?
- Toda la vida mi amor.
- Te amo mamá.
- Yo también te amo hija, con todo mi alma. –La abracé fuerte y la llené de besos.- No podría tener una hija más linda y más buena que vos.
- Y a mí me tocó la mejor mamá del mundo. –Me abrazó también y la quería abrazar para siempre.-
Ella era la nena que había logrado sacarme las sonrisas que ningún adulto nunca pudo. La nena que logró contenerme con solo una mirada y la que me enseña todos los días a ser una mamá mejor, porque ella se lo merece. La que me enseña todos los días el amor más puro del mundo.
- Apendicitis.
-Suspiré.- ¿Cuándo? ¿Hay riesgos?
- Hoy mismo… No, los riesgos mínimos de una operación.
- Okei…
- ¿Quiere decírselo usted?
- Sí.
- Está bien, en un rato vengo con una enfermera.
- Bueno.
Entré a la habitación con mi cuerpo temblando y la llamé a Pau.
- ¿Qué pasa Pepe? Estás blanco.
- Tiene apendicitis. La tienen que operar.
- ¿Qué? –Preguntó con lágrimas en los ojos.-
- Me lo acaba de decir el médico.
- Ay, no… -Y comenzó a llorar.-
- Tranquila, va a estar bien…
- No me pidas que esté tranquila.
La abracé y besé su mejilla.
- No llores, tenemos que estar bien para que no se preocupe.
- ¿Se lo vamos a decir nosotros?
- ¿Te animas?
-Se encogió de hombros.- Prefiero.
- Veni… -La tomé de la mano y nos acercamos a Delfi.
Delfi estaba hecha un bollito en la cama y nos acercamos a ella.
- Princesa, tenemos que hablar con vos. –Dije y besé su cabeza.-
- ¿Qué pasó?
- No tenes lo que habían dicho. –Y seguí hablando yo, era claro que Pau no podía sin largarse a llorar.- Tenes otra cosa.
- ¿Qué?
- Se llama apendicitis.
- ¿Y qué es eso?
- El apéndice una parte que tenemos en el cuerpo que no sirve para nada.
- ¿Y para qué la tenemos? –Preguntó riendo.-
- No sé, pero te la tienen que sacar para que te deje de doler.
- ¿Cómo?
- Te van a dormir por un ratito y te lo van a sacar.
- ¿Cuándo?
- En un ratito.
- ¿Y duele eso?
- Cuando te despiertes te va a doler un poco, pero sino, te va a seguir doliendo así como ahora.
- Ahora me duele mucho.
- Bueno, cuando te lo saquen te va a doler mucho menos.
- Mmm… Bueno. –Dijo sin entender demasiado.-
Pau la abrazó sin decirle nada y yo me uní al abrazo.
- Papá y mamá van a estar acá, con vos. ¿Sabes? –Dijo Pau.-
- Sí, quédense porque me da un poquito de miedo.
- Nosotros nos quedamos princesa. –Agregué yo y besé su mejilla.-
Después de un rato, ella se separó de nosotros y volvió a acostarse.
- ¿Me voy a tener que quedar acá, no?
- Algunos días… -Dije.-
- ¿Podes ir a la casa de mamá y traerme a Nina?
- Sí, obvio.
- Y algo para dibujar, para cuando me sienta mejor.
- Sí Delfi. –Besé su cabeza.-
Pau me llevó hacia un costado.
- Anda ahora Pepe… -Dijo Pau.- Porque no lo voy a aguantar sola.
- No te preocupes, vamos a esperarla juntos.
-Suspiró.- ¿Me traes el cargador del celular? Está en mi mesita de luz.
- Dale, paso a buscar el mío también y le traigo algo de ropa a Delfi…
- Gracias.
- Hey, no agradezcas. –Sonreímos.- En un ratito vengo.
Me acerqué a saludar a Delfi y me fui.
-
- Mami…
- ¿Qué mi amor?
- ¿Venís conmigo?
- Sí Delfi…
Me acerqué a ella y volví a sentarme en aquella silla.
- ¿Puedo poner la tele?
- Sí. –Agarré el control.- Toma…
Ella prendió la tele y quería tener su ingenuidad y tranquilidad…
- ¿Necesitas algo mi amor?
- Que me hagas mimitos.
-Sonreí.- Bueno, entonces te hago.
Me quedé con ella, jugando con su pelo e intentando contagiarme de su tranquilidad.
- Ma…
- ¿Qué Delfi?
- ¿Vos estás triste?
- No princesa, solo quiero que estés bien.
-Tomó mi mano y sonreí.- ¿Vos te quedas conmigo?
- Toda la vida mi amor.
- Te amo mamá.
- Yo también te amo hija, con todo mi alma. –La abracé fuerte y la llené de besos.- No podría tener una hija más linda y más buena que vos.
- Y a mí me tocó la mejor mamá del mundo. –Me abrazó también y la quería abrazar para siempre.-
Ella era la nena que había logrado sacarme las sonrisas que ningún adulto nunca pudo. La nena que logró contenerme con solo una mirada y la que me enseña todos los días a ser una mamá mejor, porque ella se lo merece. La que me enseña todos los días el amor más puro del mundo.
Delfi me había cambiado la vida y era la responsabilidad más grande y el amor
más infinito.
Daba mi vida porque ella estuviera bien y quería confiar en que así iba a ser.
- Te amo Delfi. Te amo. –La abracé más fuerte y dejé caer una lágrima.-
Ella besó mi mejilla y yo le devolví aquel beso.
En aquel momento, entró Pedro y me sonrió. Dejó la mochila con las cosas a un
lado y Delfi abrazó a su muñeca.
- Hija…
- ¿Qué papi?
- Tenes que elegir, a mamá o a mí, para que te acompañemos y nos quedemos con
vos hasta que te quedes dormida…
- Mmm… ¿No se van a enojar? –Preguntó y sonreímos.-
- No mi amor. –Dije.- Podes elegir al que quieras vos.
- A vos mami, pero no te enojes pa.
-Pepe sonrió.- No me enojo princesa. –Besó su cabeza.-
- Los amo a los dos, pero puedo elegir a uno solo.
- Obvio Delfi, no te preocupes. Y yo también te amo. –Pepe la abrazó y Delfi
sonrió.-
Me mataba de amor que me hubiese elegido, pero a su a vez me moría de miedo de
no poder ser lo suficientemente fuerte como para poder sostenerla a ella.
- Mami. ¿Vos queres entrar conmigo? –Asentí y sonreí.-
- Yo entro con vos mi vida. –Besé su cabeza y Delfi se acomodó en su cama.-
¿Cómo te sentís ahora?
- Me siento mejor.
- Bueno, mejor entonces. ¿No?
- Obvio que sí.
Pasamos un rato en silencio, en dónde los dos la mimábamos.
- Estás pálida Pau. –Dijo Pepe.-
-Suspiré.- ¿Compras algo para comer?
- Dale, ahora traigo.
Pedro se fue y suspiré.
- Ma…
- ¿Qué hija?
- ¿Me va a doler mucho?
- No Delfi, te duermen para que no te duela.
- ¿Y cuándo me despierte voy a estar con ustedes otra vez?
- Sí princesa.
-Sonrió, un poco.- Me da miedo.
- Ya lo sé, pero no tenes que tener miedo.
- Me da miedo igual.
- Pero el miedo no sirve de nada, tenes que sacarlo afuera.
- A mí el miedo se me va si vos me abrazas.
-Sonreí, muerta de amor.- Permiso entonces. –Dije sentándome a su lado.-
- ¿Qué?
- Veni hija.
Delfi se sentó sobre mis piernas y la abracé.
- Así se te va todo el miedo. –Dije en su oído.-
- Gracias mami.
- De nada mi amor. –Besé su mejilla y me quedé así con ella, hasta que volvió
Pepe.-
▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼
Sí, puse todo el disco de Lali en la novela. Mil perdones al que no le guste, jajaja
https://www.youtube.com/watch?v=cAOKSv03ALU No estoy sola - Lali.
Cosita linda Delfi por favooor!! Me da mucha ternura. La amo ♡
ResponderEliminar