Ella estaba
boca abajo, abrazando la almohada y mirándome.
Yo, semi sentado con mis piernas estiradas, también mirándola.
Ambos cubiertos con las mantas y nuestras manos entrelazadas debajo de ellas.
Intentamos hablar y reímos.
- Sos un tarado. –Me dijo.-
- ¿Ya empezamos con la agresión? –Dije y la golpeé con una almohada.-
- ¡No seas forro! –Dijo riendo y me pellizcó.-
- ¡Aia!
- Bancatela, vos empezaste. –Y ahora me mordió el brazo.-
- ¡Paula!
- ¿Qué?
-La agarré de la cintura, para tenerla más cerca y mordí su nariz.- Eso.
-Rio.- Ta-ra-do.
- Ta-ra-da. –Reímos y empezamos a hacernos cosquillas.-
- Basta, basta. –Dijo separándose de mí.-
- Qué poco aguante.
- ¡Callate! –Me pegó con una almohada.-
-Reí.- Te amo mucho. ¿Sabes?
- ¿Por qué salís con eso?
- Porque extrañaba demasiado estar así con vos. –La besé.-
- Yo también te amo y también te extrañaba. –Sonreímos y nos besamos.-
- Extrañaba mucho tu risa.
- ¿Solo mi risa?
- Mmm… -Besé su cuello.- Extrañaba todo de vos.
- Todavía no entiendo por qué te fuiste.
- Te juro que yo tampoco. –Dije separándome un poco de ella.-
- Sos un boludo cuando queres.
- ¿Me perdonaste?
- No, no sé.
- ¿Y qué haces acá conmigo?
- Me ganaste.
- ¿Te gané?
- Sí, insististe demasiado y no soy de madera.
- Podes irte si queres.
- No, no quiero. –Me sonrió.- Pero quiero que hablemos, en serio.
- Está bien, necesitamos hacerlo.
Nos sentamos en la cama, envueltos en las sábanas.
- ¿Te das cuenta, no? –Preguntó.-
- ¿De qué?
- De que siempre volvemos a lo mismo.
- Nos amamos, no podemos evitarlo.
- No me refiero solo a eso.
- ¿Y a qué te referís?
- A que otra vez… Estamos así y somos amantes.
- Capaz sea una buena señal.
- ¿Eh?
- Así empezó todo.
- Yo diría que nuestra historia no es la más feliz del mundo igual.
- Lo sé. –Acaricié su mejilla con mi mano libre.- Pero quizás, sea un nuevo comienzo.
- Es al revés.
- ¿Por?
- Antes era yo la que estaba de novia.
- Eso es verdad…
- Igual, me parece una forrada.
- ¿Qué cosa?
Yo, semi sentado con mis piernas estiradas, también mirándola.
Ambos cubiertos con las mantas y nuestras manos entrelazadas debajo de ellas.
Intentamos hablar y reímos.
- Sos un tarado. –Me dijo.-
- ¿Ya empezamos con la agresión? –Dije y la golpeé con una almohada.-
- ¡No seas forro! –Dijo riendo y me pellizcó.-
- ¡Aia!
- Bancatela, vos empezaste. –Y ahora me mordió el brazo.-
- ¡Paula!
- ¿Qué?
-La agarré de la cintura, para tenerla más cerca y mordí su nariz.- Eso.
-Rio.- Ta-ra-do.
- Ta-ra-da. –Reímos y empezamos a hacernos cosquillas.-
- Basta, basta. –Dijo separándose de mí.-
- Qué poco aguante.
- ¡Callate! –Me pegó con una almohada.-
-Reí.- Te amo mucho. ¿Sabes?
- ¿Por qué salís con eso?
- Porque extrañaba demasiado estar así con vos. –La besé.-
- Yo también te amo y también te extrañaba. –Sonreímos y nos besamos.-
- Extrañaba mucho tu risa.
- ¿Solo mi risa?
- Mmm… -Besé su cuello.- Extrañaba todo de vos.
- Todavía no entiendo por qué te fuiste.
- Te juro que yo tampoco. –Dije separándome un poco de ella.-
- Sos un boludo cuando queres.
- ¿Me perdonaste?
- No, no sé.
- ¿Y qué haces acá conmigo?
- Me ganaste.
- ¿Te gané?
- Sí, insististe demasiado y no soy de madera.
- Podes irte si queres.
- No, no quiero. –Me sonrió.- Pero quiero que hablemos, en serio.
- Está bien, necesitamos hacerlo.
Nos sentamos en la cama, envueltos en las sábanas.
- ¿Te das cuenta, no? –Preguntó.-
- ¿De qué?
- De que siempre volvemos a lo mismo.
- Nos amamos, no podemos evitarlo.
- No me refiero solo a eso.
- ¿Y a qué te referís?
- A que otra vez… Estamos así y somos amantes.
- Capaz sea una buena señal.
- ¿Eh?
- Así empezó todo.
- Yo diría que nuestra historia no es la más feliz del mundo igual.
- Lo sé. –Acaricié su mejilla con mi mano libre.- Pero quizás, sea un nuevo comienzo.
- Es al revés.
- ¿Por?
- Antes era yo la que estaba de novia.
- Eso es verdad…
- Igual, me parece una forrada.
- ¿Qué cosa?
- Que la hayas hecho venir y en la segunda noche ya
le estés metiendo los cuernos.
- Intenté que no venga... Sabía que esto iba a pasar.
- No quiero ser cruel, pero… ¿Por qué no la dejaste?
- Porque capaz no pasaba, y a ella la quiero.
- ¿La queres?
- La quiero, no la amo.
-Suspiró.- Es cada vez más difícil esto. –Volvió a acostarse.-
- ¿Te vas a echar atrás?
- No sé.
- No, dale. –Me acosté a su altura y la besé.- Si nos hacemos bien.
- Perdón, pero vos a mí me hiciste mucho mal. Y sé que también yo te hice mal a
vos.
- Eso no pudo contra nuestro amor.
- ¿No?
- Sino creo que no estaríamos acá. ¿No te parece?
- No sé Pedro.
- No seas tan negativa.
- No me pidas cosas imposibles. –Dijo riendo y me contagió la risa.-
- ¿Te puedo pedir que te quedes?
- Está Delfi. Si hay algo que no negocio esta vez, es meterla en el medio. No, no
y no.
- No, está bien. Pienso igual.
- Siempre pensas igual y después aflojas.
- Te juro que esta vez no. No soporto que siga sufriendo.
- Prefiero mil veces bancarme las lágrimas yo y que ella esté bien. –Cerró sus
ojos.- No quiero hablar más.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero pelear.
- ¿Estabas por pelearme?
- No sé, por las dudas.
- ¿Y qué queres hacer?
- Que mañana te levantes temprano, me dejes acá durmiendo y la lleves a Delfi
al colegio. Yo mañana entro a dar clases a las 10 de la mañana.
- Bueno, está bien. –Besé su hombro.- Acepto.
- Menos mal. –Reímos.- ¿Está cerrada la puerta?
- No, te garché con la puerta abierta para que pase Delfina y nos vea.
- ¡No seas pelotudo! –Me dijo riendo.- ¿Está con llave?
- Sí, no te preocupes.
- Un poco complicado no preocuparse.
- Tengo mis tácticas para que dejes la preocupación de lado.
-Sonrió.- ¿Mañana no trabajas, no?
- No.
- Bueno… ¿Macarena tiene llaves de acá?
- Creo que no, tranquila.
- ¿Crees?
- Creo. -Dije dudoso.- Tranquila, no va a pasar nada.
- ¿Crees?
- Creo. -Dije dudoso.- Tranquila, no va a pasar nada.
- No puedo estar tranquila, no me lo digas. –Rio.-
Acaricié su espalda, de arriba abajo, varias veces...
- Descansa… -Besé su frente.-
-Sonrió.- Es una locura esto.
- He amado hasta llegar a la locura; y eso a lo que llaman locura, para mí es
la única forma sensata de amar.
- Ah bueno… ¿Ahora sos poeta?
-Reí.- Es una frase muy famosa en Madrid y siempre que la escuchaba, pensaba en
vos.
- Te amo, con locura. –Me besó.-
- Te amo hermosa, te amo. –Nos besamos y nos abrazamos, debajo de las mantas.-
- ¿Me vas a cuidar?
- Te prometí que sí.
- Pero estaría empezando a ser la negada.
- No digas eso que suena horrible.
- Es la verdad.
-Suspiré.- No pienses en eso.
- No puedo no pensar.
- Sí, lo sé. –Corrí el pelo de su cara y la besé.- ¿Vos no querías dormir?
- Mmm… Podría ser.
- Vení, dormí conmigo.
Hice que apoyara su cabeza en mi pecho y la abracé.
- Extrañaba mucho estar así con vos. –Dije.-
- Yo también, pero tengo un poco de frío.
Acomodé las mantas sobre ella y la abracé más fuerte.
- Gracias.
- De nada… -Besé su frente.- Que descanses.
- Vos también.
Y después de un rato, nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente, mi sonrisa fue demasiado sincera al verla dormir a mi
lado. Besé con cuidado su mejilla y la fui a despertar a Delfi, para llevarla a
la escuela.
“¿Nos vemos mientras tu hija está en la
escuela? ¿Ya le contaste?”
“Le conté, pero me dijo que todavía no quiere conocerte.”
“Ah… Bueno, está bien. ¿Pero nos vemos o no?”
“Tengo que ordenar un poco mi casa.”
“Puedo ir a ayudarte.”
“No Maca, de verdad…”
“Dale, te extraño.”
“Yo también Maca, pero hoy no… Necesito acomodarme un poco yo también.”
“¿Estás bien amor?”
“Sí, no te preocupes… Si queres, almorzamos juntos.”
“Bueno, dale… ¿Me avisas?”
“Paso a buscarte.”
“Dale, te espero.”
Suspiré y la miré a Paula que dormía aún en mi cama.
Estaba hasta las pelotas.
- Buen día señorita… -Dije sentado a su lado, con el desayuno en una bandeja.-
Buen día… -Acaricié su mejilla y ella sonrió.-
- Buen día. –Dijo abriendo los ojos.-
- ¿Cómo dormiste?
- No recuerdo haber dormido tan bien desde la última noche que pasamos juntos.
–Nos sonreímos.-
- Traje para desayunar.
- Qué rico. –Se sentó en la cama, envuelta en la manta.- ¿Me pasas mi remera?
Hace frío.
- Dale. –La agarré del piso y se la dí.-
- Gracias. –Se pusó su remera y se acomodó en la cama.- Es un poco raro esto.
- Mmm… Sí. –La besé.- Pero me encanta.
- A mí también, me haces bien. –Me besó.-
- Y vos a mí. –Volvimos a besarnos y nos sonreímos.- Desayunemos que se en
fría.
- Dale.