lunes, 30 de noviembre de 2015

117. Volver a lo mismo.

“Solo vuelve lo que realmente vale la pena. Lo que no tiene que estar a tu lado, solo se aleja.”



Ella estaba boca abajo, abrazando la almohada y mirándome.

Yo, semi sentado con mis piernas estiradas, también mirándola.

Ambos cubiertos con las mantas y nuestras manos entrelazadas debajo de ellas.

Intentamos hablar y reímos.

- Sos un tarado. –Me dijo.-
- ¿Ya empezamos con la agresión? –Dije y la golpeé con una almohada.-
- ¡No seas forro! –Dijo riendo y me pellizcó.-
- ¡Aia!
- Bancatela, vos empezaste. –Y ahora me mordió el brazo.-
- ¡Paula!
- ¿Qué?
-La agarré de la cintura, para tenerla más cerca y mordí su nariz.- Eso.
-Rio.- Ta-ra-do.
- Ta-ra-da. –Reímos y empezamos a hacernos cosquillas.-
- Basta, basta. –Dijo separándose de mí.-
- Qué poco aguante.
- ¡Callate! –Me pegó con una almohada.-
-Reí.- Te amo mucho. ¿Sabes?
- ¿Por qué salís con eso?
- Porque extrañaba demasiado estar así con vos. –La besé.-
- Yo también te amo y también te extrañaba. –Sonreímos y nos besamos.-
- Extrañaba mucho tu risa.
- ¿Solo mi risa?
- Mmm… -Besé su cuello.- Extrañaba todo de vos.
- Todavía no entiendo por qué te fuiste.
- Te juro que yo tampoco. –Dije separándome un poco de ella.-
- Sos un boludo cuando queres.
- ¿Me perdonaste?
- No, no sé.
- ¿Y qué haces acá conmigo?
- Me ganaste.
- ¿Te gané?
- Sí, insististe demasiado y no soy de madera.
- Podes irte si queres.
- No, no quiero. –Me sonrió.- Pero quiero que hablemos, en serio.
- Está bien, necesitamos hacerlo.

Nos sentamos en la cama, envueltos en las sábanas.

- ¿Te das cuenta, no? –Preguntó.-
- ¿De qué?
- De que siempre volvemos a lo mismo.
- Nos amamos, no podemos evitarlo.
- No me refiero solo a eso.
- ¿Y a qué te referís?
- A que otra vez… Estamos así y somos amantes.
- Capaz sea una buena señal.
- ¿Eh?
- Así empezó todo.
- Yo diría que nuestra historia no es la más feliz del mundo igual.
- Lo sé. –Acaricié su mejilla con mi mano libre.- Pero quizás, sea un nuevo comienzo.
- Es al revés.
- ¿Por?
- Antes era yo la que estaba de novia.
- Eso es verdad…
- Igual, me parece una forrada.
- ¿Qué cosa?
- Que la hayas hecho venir y en la segunda noche ya le estés metiendo los cuernos.

- Intenté que no venga... Sabía que esto iba a pasar.
- No quiero ser cruel, pero… ¿Por qué no la dejaste?
- Porque capaz no pasaba, y a ella la quiero.
- ¿La queres?
- La quiero, no la amo.
-Suspiró.- Es cada vez más difícil esto. –Volvió a acostarse.-
- ¿Te vas a echar atrás?
- No sé.
- No, dale. –Me acosté a su altura y la besé.- Si nos hacemos bien.
- Perdón, pero vos a mí me hiciste mucho mal. Y sé que también yo te hice mal a vos.
- Eso no pudo contra nuestro amor.
- ¿No?
- Sino creo que no estaríamos acá. ¿No te parece?
- No sé Pedro.
- No seas tan negativa.
- No me pidas cosas imposibles. –Dijo riendo y me contagió la risa.-
- ¿Te puedo pedir que te quedes?
- Está Delfi. Si hay algo que no negocio esta vez, es meterla en el medio. No, no y no.
- No, está bien. Pienso igual.
- Siempre pensas igual y después aflojas.
- Te juro que esta vez no. No soporto que siga sufriendo.
- Prefiero mil veces bancarme las lágrimas yo y que ella esté bien. –Cerró sus ojos.- No quiero hablar más.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero pelear.
- ¿Estabas por pelearme?
- No sé, por las dudas.
- ¿Y qué queres hacer?
- Que mañana te levantes temprano, me dejes acá durmiendo y la lleves a Delfi al colegio. Yo mañana entro a dar clases a las 10 de la mañana.
- Bueno, está bien. –Besé su hombro.- Acepto.
- Menos mal. –Reímos.- ¿Está cerrada la puerta?
- No, te garché con la puerta abierta para que pase Delfina y nos vea.
- ¡No seas pelotudo! –Me dijo riendo.- ¿Está con llave?
- Sí, no te preocupes.
- Un poco complicado no preocuparse.
- Tengo mis tácticas para que dejes la preocupación de lado.
-Sonrió.- ¿Mañana no trabajas, no?
- No.
- Bueno… ¿Macarena tiene llaves de acá?
- Creo que no, tranquila.
- ¿Crees?
- Creo. -Dije dudoso.- Tranquila, no va a pasar nada.
- No puedo estar tranquila, no me lo digas. –Rio.-

Acaricié su espalda, de arriba abajo, varias veces... 

- Descansa… -Besé su frente.-
-Sonrió.- Es una locura esto.
- He amado hasta llegar a la locura; y eso a lo que llaman locura, para mí es la única forma sensata de amar.
- Ah bueno… ¿Ahora sos poeta?
-Reí.- Es una frase muy famosa en Madrid y siempre que la escuchaba, pensaba en vos.
- Te amo, con locura. –Me besó.-
- Te amo hermosa, te amo. –Nos besamos y nos abrazamos, debajo de las mantas.-
- ¿Me vas a cuidar?
- Te prometí que sí.
- Pero estaría empezando a ser la negada.
- No digas eso que suena horrible.
- Es la verdad.
-Suspiré.- No pienses en eso.
- No puedo no pensar.
- Sí, lo sé. –Corrí el pelo de su cara y la besé.- ¿Vos no querías dormir?
- Mmm… Podría ser.
- Vení, dormí conmigo.

Hice que apoyara su cabeza en mi pecho y la abracé.

- Extrañaba mucho estar así con vos. –Dije.-
- Yo también, pero tengo un poco de frío.

Acomodé las mantas sobre ella y la abracé más fuerte.

- Gracias.
- De nada… -Besé su frente.- Que descanses.
- Vos también.

Y después de un rato, nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente, mi sonrisa fue demasiado sincera al verla dormir a mi lado. Besé con cuidado su mejilla y la fui a despertar a Delfi, para llevarla a la escuela.

“¿Nos vemos mientras tu hija está en la escuela? ¿Ya le contaste?”

“Le conté, pero me dijo que todavía no quiere conocerte.”

“Ah… Bueno, está bien. ¿Pero nos vemos o no?”

“Tengo que ordenar un poco mi casa.”

“Puedo ir a ayudarte.”

“No Maca, de verdad…”

“Dale, te extraño.”

“Yo también Maca, pero hoy no… Necesito acomodarme un poco yo también.”

“¿Estás bien amor?”

“Sí, no te preocupes… Si queres, almorzamos juntos.”

“Bueno, dale… ¿Me avisas?”

“Paso a buscarte.”

“Dale, te espero.”

Suspiré y la miré a Paula que dormía aún en mi cama.

Estaba hasta las pelotas.

- Buen día señorita… -Dije sentado a su lado, con el desayuno en una bandeja.- Buen día… -Acaricié su mejilla y ella sonrió.-
- Buen día. –Dijo abriendo los ojos.-
- ¿Cómo dormiste?
- No recuerdo haber dormido tan bien desde la última noche que pasamos juntos. –Nos sonreímos.-
- Traje para desayunar.
- Qué rico. –Se sentó en la cama, envuelta en la manta.- ¿Me pasas mi remera? Hace frío.
- Dale. –La agarré del piso y se la dí.-
- Gracias. –Se pusó su remera y se acomodó en la cama.- Es un poco raro esto.
- Mmm… Sí. –La besé.- Pero me encanta.
- A mí también, me haces bien. –Me besó.-
- Y vos a mí. –Volvimos a besarnos y nos sonreímos.- Desayunemos que se en fría.
- Dale.



domingo, 29 de noviembre de 2015

116. Otra vez.

“Todos mis caminos conducen a vos.”



Delfi se quedó dormida y yo salí de su cuarto. Pedro estaba en el living, con dos tazas de café.


- ¿Queres? –Preguntó.-
- ¿Por qué haces esto? ¿No te das cuenta que me haces mierda?
- No quiero estar peleado con vos.
- Hago lo que puedo, a mí tampoco me gusta esta situación eh.
- ¿Te sentas?
-Suspiré y me senté, frente a él.- Mientras más dilatemos esto, peor va a ser.
- Delfi está mal.
- Lo sé, por eso no quiero seguir peleando Pedro.
- Por eso quiero que hablemos.
- ¿De qué?
- De nosotros.
- Ya no hay nosotros Pedro.
- Pau…
- ¿Qué? Dale nene, tenes novia. Ya está. ¿Qué más queres?
- No soporto tenerte cerca y no tocarte.
- Pedro… -Suspiré.- No soporto seguir sufriendo, te lo digo de verdad. Me duele el cuerpo, me duele el alma. Me duele estar cerca tuyo.
- Toda la vida vamos a estar cerca.
- Lo sé, lo sé. –Hice una pausa.- Pero cerca por ser padres de Delfi es una cosa, y cerca como estamos ahora, es otra. 
- Estamos hablando por Delfi.
- No soy boluda Pedro, no me subestimes.
- ¿Por qué te subestimo?
- Sé muy bien leer tus segundas intenciones.
- ¿Y cuáles serían?
- No me hagas hablar.
- ¿Por qué?
-Me paré.- Me voy.
- Pau, por favor…
- Basta, te lo estoy diciendo en serio. ¡Entendelo! -Fui a buscar mi abrigo, pero no me dejó ponermelo y besó mis hombros. Un beso en cada uno.-
- Es cualquier cosa esto.
- Cualquier cosa es que estemos separados.
- ¿Y tu novia?
- No pienses en eso ahora.
- No, en lo único que estoy pensando es en que me quiero ir. –Y no pude evitar las lágrimas. Pedro se posicionó delante de mí y me tomór por el mentón, para que lo mire.-
- Mi amor…. –Yo negué con mi cabeza.- ¿No qué?
- No sigas, no puedo resistirlo.
- No lo resistas. –Dijo acercándose a mí.-
- Pepe… -Intenté separarlo, poniendo mis manos en su pecho. ¿Y para qué hice eso? Tocarlo era peor.-
- Pau… -Y rozó su nariz con la mía, mi panza se revolucionó.-
- Nos va a ver Delfi.
- ¿Ese es todo tu problema? –Reí.-
- No Pedro, mi problema es que me haces mierda.
- Amarnos nos hace bien.
- ¡Pedro!
- Dejate llevar.
- No puedo.
- Sí que podes.
- No puedo seguir llorando, no lo soporto.
- Si estás conmigo, no vas a llorar.
- No entendes Pedro. –Y me separé de él.-
- Explicame entonces. –Dijo volviendo a estar frente a mí.-
- ¿Qué queres que te explique?
- Que es lo que te pasa.
- Me pasa que te amo y me duele, me duele todo lo que pasa. ¡Me duele que hayas caído con otra mina! Yo sé, te juro que sé que te dije que no quería saber más nada con vos, pero nunca creí que ibas a poder rehacer tu vida tan rápido.
- Yo te amo a vos.
- Estás con otra.
- ¿Y?
- Basta.
- ¿Basta qué?
- Basta con esto.
- Es verdad, mejor vamos a otro lado.
- ¿A dónde?
- ¿Confías en mí?
- A esta altura no sé. 
-Besó mi frente.- No quiero hacerte mal.

Pedro tomó mi abrigo en sus manos y lo dejó sobre el sillón, junto con mi cartera. Me tomó de la mano y me hizo ir hasta su habitación. Resistirse era cada vez más complicado.

- Estar acá es peligroso. –Dije.-
- ¿Y quién te dijo que quiero estar lejos del peligro?
- No juegues con fuego.
- Quiero quemarme.
- ¿Siempre vas a saber cómo retrucarme? –Dije molesta.-
-Rio.- Puede ser.
- No puedo más. –Sequé mis lágrimas.-
-Tomó mis manos y las besó.- Estoy acá, otra vez.
- Claro, después de seis meses volves, encima con novia nueva, y vos pretendes que todo siga como siempre. Estás muy equivocado.
- ¿Conociste a alguien?
- Ojala pudiera. –Hice una pausa y suspiré.- A vos tu novia te importa muchísimo por lo que veo.

Pedro sentó en la cama y escondió su cara en sus manos
- Te juro que creí que me estaba enamorando de ella, hasta que volví a verte. Pensé que te estaba olvidando… Fui muy iluso. –Y cuando destapó su cara, también estaba llorando.- No puedo evitar lo que siento por vos.
- Por eso tenemos que dejar de vernos.
- No, por favor. No. –Y volvió a pararse frente a mí.-
- ¿Por qué nos hacemos esto?
- No sé.
- ¿Te das cuenta que nunca aprendimos a cuidarnos? 
- Lo sé, somos unos tarados. –Secó sus lágrimas.-
- Por eso, esto ya no tiene futuro.
- ¿No podemos intentarlo otra vez?
- ¿Vos me estás hablando en serio?
- No puedo evitarlo, te juro que no puedo. Te tengo cerca y necesito tocarte, besarte, abrazarte.
- ¿Estás dispuesto a sufrir otra vez? Porque yo no.
- ¿Por qué vamos a sufrir?
- No te voy a enumerar todo.
- Es verdad, sería mejor si dejamos de hablar… -Dijo y cerró la puerta.- ¿No te parece? –Se acercó a mí…-
- Lo mejor va a ser que me vaya.
- Vos y yo sabemos muy bien que eso no es así. –Acarició mi mejilla y cerré mis ojos.- Dejate llevar por lo que sentís, como cuando nos conocimos.
- Pasaron muchas cosas como para que sea como aquella vez.
- Podríamos tener nuestra segunda primera vez, nuestra segunda primera vuelta.
- ¿Y tu novia?
- No quiero pensar en ella ahora.
- Pepe…
- Sh…
- No, no puedo.
- Sí que podes. –Acarició mis brazos.-
- Te lo pido por favor.
- Yo te lo pido por favor a vos. –Dijo a centímetros de mí.-
- Estamos cada vez peor.
- A mí no me hace mal estar con vos.
- ¡No puedo Pedro!

Y me separé de él, quise irme y cuando tenía mi mano sobre el picaporte, posó su mano sobre la mía. Besó mi cuello.

- Mi amor… Por favor.

Hizo que me dé vuelta y me tomó por el cuello, arriconándome contra la puerta. Acarició su nariz con la mía.

- Te extrañé demasiado. –Dijo a milímetros de mi boca.-
- Hacelo antes de que me arrepienta. –Lo miré sonriendo y posé mis manos en su pecho.-
- ¿Eso es un sí? –Me encogí de hombros y nos sonreímos, ambos seguíamos llorando.-

Sus labios se acercaron con lentitud a los míos, una lentitud que sentí una eternidad. Sentir el roce de nuestras bocas me enloqueció. Mis manos ahora lo tomaron por la cintura y nuestros labios se besaron. Se besaron deseo, con pasión, demostrándose que se habían extrañado más de la cuenta. Nos separamos, tan solo un poco.

- Esto está mal. –Dije.-
- Vos nunca vas a estar mal en mi vida. –Dijo y volvió a besarme.- Dejate llevar, lo necesitamos.
- No voy a ponerme a hablar de rótulos, nunca lo hicimos… Pero pase lo que pase, solo promete una cosa.
- ¿Qué cosa?
- Que vas a cuidarme, porque no soporto más seguir llorando.
- Te lo prometo mi amor. –Sonreí y lo besé.- Te amo, te amo más que siempre.
-Sonreí.- Te amo.

Y sucedió lo inevitable, caímos en la cama riendo en medio de las lágrimas que aún nos acompañaban. Aquel beso se intensificaba con el correr de los segundos y mi cuerpo hacía presión sobre el mío. Sus labios, después de un tiempo bastante prudencial, bajaron por mi cuello y mis manos se posicionaron en su nuca. No podía creer estar viviendo esto otra vez. Deslicé mis dedos hasta su cintura y quité su remera. Nos sonreímos y volvimos a besarnos. Mis manos acariciaron la piel de su torso y ahora fue él quien quitó mi remera. Ninguno dejaba de sonreír… 

Podríamos haberlo evitado, hoy, mañana, pasado… Pero iba a suceder y los dos, muy en el fondo, lo sabíamos.

Sus manos traviesas, desabrocharon mi corpiño y me lo quité, su sonrisa fue muy notoria y rápidamente, sus labios ya hacían presión sobre mis pechos son suaves besos. Mis manos sostenían su cabeza y mis piernas su cuerpo, para que hiciera presión sobre el mío.
Hice que volviera a mi boca, para poder besarlo otra vez… Sin que me importe nada.

Terminamos de desnudarnos, el uno al otro y estábamos otra vez frente a frente. Su piel sobre la mía, el calor que emanaba su cuerpo se mezclaba con el del mío. Su respiración agitada se disimulaba con la mía, que solía ser más fuerte. 

Corrió el pelo de mi cara y cerré mis ojos, sus manos se entrelazaron con las mías y comencé a sentirlo. Sonreí. 

El movimiento de su cadera comenzó a acelerarse a medida que pasaba el tiempo y sí, estábamos haciendo el amor otra vez. 

- No puedo amarte tanto. –Dije en medio del placer.-
- Te amo más de lo que te imaginas. –Y me besó.-

Fue en medio de aquel beso, cuando ambos caímos rendidos en la cama.


▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼

Bueno, yo tampoco aguantaba mucho más que estén separados, ahora... Veremos que pasa.

Tanto lo pidieron que si no comentan ya van a ver. (?

sábado, 28 de noviembre de 2015

115. Los necesito.

Esa necesidad de necesitar a alguien, ese momento en el que lo único que necesitas es el abrazo de esa o de esas personas. ¡Porque no importa nada más! Lo necesitas y no podes explicarlo, lo necesitas para sentir que todo va a estar bien, lo necesitas para sentirte vivo.



- Delfi… ¿Me escuchas una cosa?
- Sí.
- Sentate.

Delfi se sentó sobre mis piernas estiradas, mirándome.

-Suspiré.- Papá tiene derecho a tener una pareja, al igual que yo también tengo derecho a tenerla.
- Pero vos no tenes.
- Pero, capaz algún día la tenga.
- No me gusta ma.
- Ya lo sé mi amor, pero aunque duela, tenes que entender que papá y yo no vamos a volver.
- No entiendo su relación, van y vienen todo el tiempo.
- Perdón. –Acaricié su mejilla.- No tendríamos que haberte metido en el medio.
- Estoy enojada con papá igual.
- No Delfi, dale.
- ¿Qué?
- Estuviste seis meses esperando a que vuelva y ahora que está acá. ¿Te vas a enojar?
- No me gusta que te haga llorar.
- No pienses en eso.
- No soy tonta.
-Suspiré.- Lo sé, pero de verdad te lo digo… Vos no tenes que estar pendiente de lo que pase entre nosotros.
- Son mis papás.
- Lo sé, siempre vamos a serlo.
- No me gusta que peleen.
- Te prometo que no vamos a pelear más.
- Mmm….
- En serio.
- No te creo.
- Te prometo hacer todo lo posible.
- Así está mejor. –Sonreí.-
- ¿Queres que le diga a papá que venga?
- Mmm…
- Dale che, lo extrañaste un montón. ¡Aprovechalo ahora!
- Me quiero quedar un rato con vos, mejor después.
- ¿Qué queres que hagamos?
- Que nos quedemos acá.

Se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro.

- No me gusta que llores mami.
-Suspiré y la abracé con fuerza, rodeándola por la cintura.- Ya se me va a pasar.
- Papá te hace llorar.
- El amor a veces duele.
- ¿Vos lo amas?
- No importa esto.
- ¿Y por qué decís que el amor a veces duele?
- ¿A vos no te duele estar enojada con papá?
- Sí.
- Eso es porque lo amas mucho… Si no sintieras nada por él, no te enojarías.
-Suspiró.- Es muy difícil mami.
- Ya lo sé. –Acaricié su carita.- Pero estás creciendo y tenes que saber que a veces, la vida es un poco triste.
- ¿Y siempre que esté triste vos vas a estar para darme un abrazo?
- Siempre hija.
-Sonrió y me abrazó.- Gracias ma.
- De nada mi chiquitita. –Rio.- Dale. ¿Lo llamas a papá?
- Después.
- Pero…
-Se separó de mí.- Después, ahora quiero estar con vos. Ya te lo dije.
-Suspiré.- Está bien.
- Prende la tele.
- Bueno, dale 

Me quedé un rato con Delfi y luego, busqué mi celular.

“Para que veas que no soy tan hija de puta como pensas… Ya hablé con Delfi y quiere que la vengas a buscar. La próxima, pensa un poquito antes de hablar.”

“Gracias.”

“No, no me lo agradezcas. No lo hice por vos, lo hice por mi hija.”

“Siempre pones esa excusa.”

“¡No voy a dejar que me sigas basureando Pedro!”

“No te estoy basureando.”

“¿Vas a venir a buscarla o qué?”

“Ahora voy nena, ahora voy.”

“Okei.”

No sabía si lo que quería era herirlo, pero al menos así me asegurab de mantenerlo lo suficientemente lejos para que no me siga hiriendo a mí.

Cuando supe que estaba en la puerta, le dije a Delfi que abra y me fui a mi cuarto. No quería verlo.

-

- Hola Delfi.
- Hola. –Dijo mirando para abajo.-

Yo entré, cerré la puerta y me agaché a su altura.

- Yo te perdono, pero si me prometes algo.
- ¿Qué cosa?
- Mi mamá no va a sufrir más por tu culpa.
-Suspiré.- Nosotros vamos a arreglar nuestras cosas.
- No peleen más.
- No Delfi.
- En serio.
- En serio. –Le sonreí.-
- ¿Vamos a tu casa?
- Dale.

Volví con Delfi a mi casa y cenamos.

- Papá.
- ¿Qué?
- Quiero ver a mamá.
- ¿Ahora?
- Sí.
- Es muy tarde hija.
- No me importa.
- Delfi, dale.
- Quiero que venga.
- ¿Por qué?
- ¡Porque la quiero ver! –Me gritó y agarró su celular.-

-

Recibí una llamada de Delfi y la atendí.

- Hola hija. ¿Cómo estás?
- Quiero verte ma.
- Mañana nos vemos si queres.
- No, ahora.
- Es muy tarde Delfi, es hora de dormir.
- No me importa.
-Suspiré.- Ya nos grande para darte cuenta de que es tarde para que vaya.
- No me importa mamá, quiero que vengas.
- Delfi, mi amor…
- Veni, dale. –Me dijo al borde del llanto y suspiré.-
- Dejame hablar con tu papá.
- Pero vení.
- Te mando un mensaje.
- Bueno…

Suspiré y le corté.

“Pedro… ¿Te jode que vaya?”

“No, vení si queres.”

“No es que quiera…”

“No me expliques, si queres venir, vení.”

“Bueno, está bien. En un rato estoy por ahí.”

Busqué las llaves del auto y mi campera, para poder salir. Cerré el departamento y bajé.

Esto iba a ser más complicado de lo que pensaba. Aunque quisiera que sea una nena para siempre, también necesitaba que crezca y que pueda entender algunas cosas.

Cuando llegué, ella corrió a abrazarme.

- ¡Viniste! –La abracé y besé su cabeza.-
 - ¿Qué es lo que pasa?
- Quiero estar con vos.
-Suspiré.- ¿Pasó algo?
- No.
- ¿Segura?
- Sí ma.

Me agarró de la mano y me llevó a su cuarto.

- ¿Qué es lo que pasa Del? Te conozco.
- Tengo miedo.
- ¿De qué?
- De que alguno se vaya.
- Yo nunca me voy a ir, a ningún lado, sin vos. –La abracé.- Nunca, nunca.
- ¿Y papá?
- Tampoco mi amor, tranquila. –Besé su mejilla.-
- ¿Y por qué se fue?
- Por su trabajo, pero no se va a ir más.
-Suspiró.- Quedate conmigo.
- Bueno mi vida, tranquila. ¿Sí?


▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼

El próximo capítulo, EL PRÓXIMO CAPÍTULO. 

viernes, 27 de noviembre de 2015

114. Baldazo de agua fría.

“Anoche follé sin ganas, con el cuerpo lleno de ganas y contemplando mi propio abismo.
Solo me consolaba pensar que, en otra cama, también hacías lo mismo.”




Al día siguiente, luego de ir a buscar a Delfi a la escuela y almorzar juntos, fuimos a la casa de Paula.

Para ser sincero, estaba nervioso. Muy nervioso, pero prefería que se entere por mí, aunque la situación iba a ser horrible y lo sabía.

“Estamos yendo Pau.”

“Los espero…”

“¿Te molesta que vaya?”

“No sé si lo que más quiero en el mundo es verte, pero si necesitas decirme algo, me la banco.”

“Prefiero que sepas lo que tengo que contarte de entrada.”

“Entonces vengan, deja de dar vueltas.”

“Ahora salimos.”

“Está bien.”

- Delfi… ¿Vamos a lo de mamá?
- ¿Ya? ¡Te dije que me quiero quedar con vos!
-Reí.- Vamos a merendar, porque necesito hablar con ella y después volvemos.
- Ah bueno…
- ¿Te vas a buscar tu abrigo?
- Sí pa.

Nos abrigamos y salimos, para poder dirigirnos hasta la casa de Paula.

Merendamos junto a Delfi, que estaba feliz, y luego le pedimos que nos dejara solos.

- ¿Qué pasa Pedro? La verdad que no me pone cómoda esta situación, asique trata de ser lo más rápido posible.
- Está bien, no quiero incomodarte.
- Dale entonces.
- Tengo algo para contarte y prefiero que te enteres por mí.
- Ya me dijiste eso.
- Ya lo sé.
- Entonces habla Pedro, dale.
- Estoy de novio, y ella se vino conmigo. Se llama Macarena.
-Suspiró.- Bueno, está bien. Supongo.
- Me pareció que tenías que enterarte por mí.
- ¿Delfi lo sabe?
- No, todavía.
- Bueno, listo. Ya está.

Se quiso levantar, pero se lo impedí. La tomé de la mano.

- Pau, para un poco.
- ¿Qué queres Pedro?
- Estás por llorar.
- Quiero estar sola.
- Pau…
- ¿Pau qué nene? –Me miró y tenía los ojos llorosos.- Vos te fuiste, me dejaste acá hecha mierda. Ya está, hace tu vida.
- ¿Qué queres decir con eso?
- Que tenes suerte de haber podido rehacer tu vida, yo todavía estoy tratando.
- Seguís enojada. ¿No?
- ¿Qué te parece?
- Que sí…
- Entonces, será así.

Quiso irse y se lo impedí, otra vez.

- ¡Dejame Pedro! ¡Andate con tu novia! –Me gritó llorando.-

Delfi salió de su cuarto y me miró enojada.

- ¿Vos tenes novia papá? –Me gritó.-
-Suspiré.- Sí Delfi.

Cuando me di cuenta, Paula ya no estaba ahí y Delfi se había encerrado en su habitación. ¡La puta madre!

Me acerqué al cuarto de Delfi y toqué la puerta.

- Delfi…
- ¡Andate papá!
- Por favor, dejame pasar.
- No, no quiero.
- ¿Por qué?

- ¡Porque sos un mentiroso!
-Abrí la puerta.- ¿Por qué decís eso?
- Vos me dijiste que amabas a mi mamá.
-Suspiré.- Pero no podemos estar juntos.
- ¿Ya no la amas?
- Estoy con otra mujer.
- Bueno, yo no quiero que sea así. –Me dijo llorando.-
- Delfi…
- No papá, andate.
- Hija, escuchame. Por favor.
- No quiero que mi mamá siga sufriendo, ya sufrió mucho por tu culpa.
-Suspiré.- Delfi… -Suspiré.- Mamá ya va a conocer a otra persona, igual que yo.
- ¡Yo quiero que estén juntos!
- Bueno, pero no se puede…
- ¿Por qué?
- Ya hablamos esto muchas veces Delfi.
- No me importa.
- Mamá y yo lo intentamos y no se pudo… A veces las cosas son así.
- No me gusta esto.
- ¿Y qué puedo hacer para que estés mejor?
- Volver con mi mamá.
- ¿Algo que pueda hacer de verdad?
- Que deje de sufrir.
- Yo te prometo que voy a hablar con ella.
- Bueno.
- Pero, no quiero que estés enojada conmigo.
- ¿Es buena tu novia?
- Sí, muy.
- ¿Y la puedo conocer?
- Obvio que sí.
- Bueno, igual todavía no quiero conocerla.
- Cuando vos quieras, yo las presento.
- Mmm… ¿Me dejas sola?
- ¿Me das un abrazo antes?
- No, ahora no.
- ¿Te queres quedar acá?
- Sí.
-Suspiré.- ¿Y todos los planes que teníamos?
- Hoy no papá.
- Bueno, está bien. –No quería obligarla. Me levanté.- Me voy a hablar con mamá.

Ella no me respondió y salí de la habitación con mis ojos llenos de lágrimas.

-

Una daga en el pecho la iba a sufrir menos. En serio.

- Pau… ¿Puedo pasar?
- ¡Ni se te ocurra Pedro! –Y me paré frente a él, en la puerta, para impedir que entrara en mi habitación.-
- Por favor, quiero hablar con vos.
- ¿No te vas a cansar nunca de lastimarme?
- No seas así.
- ¡Es la verdad Pedro!
- Necesito hablar con vos.
- Escuché lo que hablaste con Delfi, hacete cargo como puedas. No me metas en el medio.
- ¿No dijiste que no ibas a meter a ella en el medio de nosotros?
- No, no des golpes bajos. Tengo un límite, no soporto tenerte cerca. Me haces mal Pedro y Delfi, ya va a perdonarte.
- ¿Y vos?
- ¿Yo qué?
- ¿Vos no podrás perdonarme?
- No Pedro, ya no. Sos una máquina, una atrás de la otra haces.
- Fue difícil estar allá solo, y vos me dijiste que me ibas a olvidar.
- Ah, porque para mí fue re fácil estar acá y contener a Delfi eh. –Suspiré.- Vos te fuiste a la mierda, tuviste seis meses para hacer vida de soltero… ¿Pero sabes quién fue la que se hizo cargo de tu hija cuándo no podía dejar de llorar? Yo Pedro, yo.
- ¿Es un reproche?
- Tomalo como quieras.
- Pareciera que te molesta ser su mamá.
- ¿Qué? ¿Vos me estás jodiendo nene? 
- No.
- Al que le molesta es a vos, vos te fuiste a la mierda.
- No se puede hablar así.
- Vos viniste para acá.
- Me voy entonces.
- Es lo que te estoy pidiendo desde que llegaste.
- No me gusta que pase esto.
- Vos lo empezaste Pedro.
- Okei.
- ¿Okei qué nene?
- Okei Paula, okei. ¡Pensé que eras más madura!
-Suspiré, porque sino le iba a gritar demasiado fuerte.- Me duele que vos hayas podido olvidarte de mí y yo no pueda sacarte de mi corazón.
- Dijiste que ibas a hacerlo.
- ¡No es tan simple! Te amo demasiado, y veo que vos no me amabas tanto como decías.

Y le cerré la puerta en la cara.

Creer que lo estaba superando era la boludes más grande del mundo.

Pedro se fue y fui al baño para lavar mi cara y tranquilizarme.

- Mi amor… ¿Puedo pasar? –Pregunté en la puerta del cuarto de mi hija.-
- Sí mami.

Entré y me acosté a su lado, apoyó su cabeza en mi pecho y me abrazó.

- No llores hija.
- ¿Por qué papá hace las cosas tan mal?

Suspiré e intenté encarar una charla con ella.


▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼


A pedido del público (? WEEEEEEEEEE PONELE, otro capítulo y el último de hoy. Explotó todo por el aire, sí.

113. El regreso.

“Me fui tan lejos buscándome y estaba en casa lo que soñé.

Me fui corriendo tras un tal vez y no te hallé.

Me fui siguiendo una ilusión.

Me fui dejando mi último adiós.

Me fui creyendo en otro amor.

Me fui perdiendo mi corazón.

Donde hay esperanza está mi casa, donde hay amor está mi casa, donde estás vos está mi casa.. Y al final yo vuelvo a casa.

Me fui sintiendo un gran dolor.

Me fui llorando por este amor.

Me fui buscando algo mejor, volví a mi mundo y volví a vos.

Donde hay esperanza está mi casa, donde hay amor está mi casa, donde estás vos está mi casa... Y al final yo vuelvo a casa.”




El viaje de vuelta fue interminable, no por el tiempo que tardó, sino por todo lo que mi cabeza fue capaz de pensar en dicho tiempo. Maca se había quedado dormida y eso, claramente, había colaborado en el trabajo fino de mi conciencia… Me moría por ver a mi hija, pero no quería ver a Paula. No quería porque sabía que verla me iba a romper las pocas estructuras que había podido edificar en esos meses. 


Cuando aterrizamos, Maca se despertó y estaba más ansiosa que yo.

- Me muero por conocer tu mundo. –Dijo y tomó mi mano.-
-Le sonreí.- Gracias por venir conmigo.
- No me lo tenes que agradecer. –Me besó.-

Bajamos del avión y cuando pisé mi suelo otra vez, sentí una felicidad invadirme de pies a cabeza. Estaba otra vez en casa, aunque claro que esta vez las cosas eran muy distintas. Posiblemente las cosas estaban exactamente al revés de cómo las había dejado.

Le expliqué a Maca que quería pasar unos días a solas con mi hija, lo cual por suerte comprendió, asique decidimos que se quedaría en un hotel.

Me despedí de ella y me pedí un taxi para ir a buscar a mi hija. Un millón y medio de sensaciones me recorrían el cuerpo.

El portero, como siempre, me abrió, asique subí hasta el departamento de Paula. Toqué timbre, temblando. 

- Hola. –Dijo mirando para abajo, y cuando quise llamar a Delfi, no me dejó.-
- Hola. –Besé su mejilla y ella hizo fuerza para no sonreír.- ¿Cómo estás?
- Le voy a ir a decir a Delfi que llegaste.
- Pero…

Y no pude seguir hablando, porque se fue. 

Delfi salió corriendo de su cuarto y nos abrazamos, yo la alcé y di vueltas con ella enroscada en mi cuerpo.

- ¡Hola papi! Hola. –Me abrazaba por el cuello.-
- Hola mi vida. –Dije emocionado.- ¿Cómo estás?
- Feliz, te extrañaba.
- Yo también, muchísimo.

La miré a Pau y ella sonreía, le devolví la sonrisa. 

- ¿Vamos a tu casa? Tengo que contarte un montón de cosas. –Me dijo.-
- Dale, antes saludala a mamá.

Delfi se bajó y se acercó a saludar a Pau.

- Chau mami.
- Chau hija. –Besó su mejilla.- Que la pasen lindo. –Delfi asintió y se abrazaron.-
- Algún día voy a venir a merendar, así no nos extrañamos tanto.
- Dale, igualmente aprovecha que volvió papá.
- No te quiero dejar sola. –Le dijo.-
-Se separó un poco de ella.- No, no pienses en eso… Las cosas vuelven a la normalidad, y algunos días vas a estar con papá y otros conmigo.
- Esa no era la normalidad cuando papá se fue. –Dijo Delfi.-
-Suspiré.- ¿Vamos hija?
- Bueno papá.

Delfi saludó a Paula y luego nos fuimos.

Pedimos un taxi y por fin, estábamos en mi casa otra vez.

- ¡Está todo sucio pa!
-Reí.- Es que hace mucho que no viene nadie.
- ¿Te ayudo a limpiar?
- ¿Queres?
- Sí, así te cuento algunas cosas.
- ¿Qué tenes que contarme?
- Cosas…
- ¿Vos no tendrás novio, no?
-Rio.- ¡No papá!
- Ah menos mal…
- ¿Por qué?
- Porque quiero que sigas siendo mi nena por un tiempo más. –Y la abracé.- Te extrañé mucho hija.
- Yo también te extrañé papi. –Me abrazó y suspiramos a la par.-
- ¿Qué te parece si antes de limpiar, vamos un rato a mi cama?
- ¿Tenes sueño?
- Sí, quiero dormir una siesta con vos. 
- Bueno, dale… 

Fuimos hasta el cuarto y armé la cama. Yo me acosté y Delfi se acostó a mi lado, abrazándome. Yo también la abracé.

- ¿Qué tenes que contarme?
- Me da vergüenza.
-Reí.- ¿Qué cosa?
- Uso corpiño… -Dijo escondiendo su cara.- Y mamá me enseñó a depilarme las axilas.
- Eso quiere decir que estás creciendo…
- Ya sé. ¿Está mal?
- No hija, está perfecto y es natural.
- Quería contártelo.
- Está bien, podes contarme lo que quieras.
-Suspiró.- Gracias pa. 
- ¿No estás enojada?
- ¿Por qué?
- Porque me fui.
- No, ya no.
- ¿Estuviste?
- Sí, un poco. Pero mamá me hizo entender que no tenía que estar enojada, que ella estuvo mucho tiempo enojada con su papá y se arrepintió.
-Sonreí.- Mejor así entonces.

Después de un rato, ella se quedó dormida y yo no podía dejar de pensar.

-

No solo lo había visto otra vez, sino que había osado besarme una mejilla. ¡Me había temblando hasta el pelo! ¡La puta que te parió Pedro!

Hacía más de tres horas que se habían ido y yo no sabía qué hacer para frenar mi cabeza. Para dejar de pensar.

“Gracias…”

“¿Por qué?”

“Delfi me contó que hiciste que se le pase el enojo conmigo.”

“Sabes que no me gusta meter a Delfi en el medio de lo que pasa entre nosotros. Vos siempre vas a ser su papá y quiero que tengan la relación que se merecen.”

“Gracias, en serio. No importa lo que pase entre nosotros, siempre vas a ser muy importante para mí y sos la mejor madre que podría tener mi hija.”

“Gracias, sabes que es mutuo.”

“Me alegra saberlo.”

“No soportaría nunca que mi hija sufra como yo sufrí, quiero que tenga con los dos la relación que se merece.”

“Me alivia saber que pensas así.”

“Nunca le voy a meter fichas en contra tuyo.”

“Yo tampoco.”

Y por algunos minutos, ninguno de los dos habló.

“Quisiera verte.”

“¿Para qué?”

“Quiero contarte algo y quiero que te enteres por mí.”

“Si quieren, pueden venir mañana a merendar o a comer, no sé. Como prefieran.”

“Bueno, ahora Delfi duerme y estoy por dormir también, cuando se despierte le pregunto que prefiere.”

“Bueno… Avisame.”

“Sí, obvio que te aviso.”

“Que decansen.”

Suspiré y dejé el celular a un lado. 

No sabía cómo reaccionar, no sabía qué hacer, qué pensar. 

No sabía, nada.

▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼


Bueno, varias me pidieron otro, es feriado y además siento que quedó corto este capítulo, asique se los subo hoy y mañana... Ya verán que pasa. :O

https://www.youtube.com/watch?v=b776a9xlYPo Vuelvo a casa - Teen Angels

112. Dulce condena.

“Cada vez que toco un poco fondo, cada vez que el tiempo vuela, un recuerdo más que pasajero, será como empezar otra vez de cero.

Cada corazón merece una oportunidad, y está perdida sola en medio de la ciudad.

Soy el que piensa por los dos, hasta que sale el sol.

No me importa el problema, no importa la solución, me quedo con lo poco que queda, entero en el corazón.

Me gustan los problemas, no existe otra explicación.

Esta si es una dulce condena, una dulce rendición.

Cada sensación o sentir vulgar, una sola cosa, un sólo lugar.

Un recuerdo... Cada corazón...”





Ese día, Delfi luego de la escuela se iba a la casa de su amiga Cata y yo había salido temprano de la universidad, asique me decidí por ir a visitar a mi hermana por varios motivos:

Quería ver a mi sobrinito.
Quería ver a mi hermana.
Necesitaba una charla seria, de verdad, a corazón abierto.

Le avisé a su celular que había llegado y me abrió con Mateo en brazos.

- Hola hermoso. –Dije mirándolo y él me tiró los bracitos, Virgi me lo pasó y le sonreí.- Hola bonito, hola. –Besé su frente y lo acomodé en mis brazos.-
- Hola hermanita. ¿Cómo estás? ¿Todo bien? –Me dijo.-
-Reí.- Sos una tarada. –La saludé.- Hola Vir.
- Hola Chu, pasa. Dale.

Entramos en su casa y yo, me quité el abrigo con Mateo en mis brazos y luego me senté en el sillón. Él no dejaba de mirarme y era tan lindo.

- ¿Comiste?
- No Vir.
- ¿Me lo entrenes mientras preparo algo?
- Dale.
- Después le doy la teta así duerme y podemos charlar tranquis. –Me guiñó el ojo y le sonreí.- Ya vengo.
- Dale, yo me quedo con el gordo.

Juegué un rato con Mateo, mientras Virgi preparaba algo de comer.

Luego, almorzamos y tal como me había dicho, le dio la teta y lo dejó durmiendo.

- Tu cara me da pánico Paula, así te lo digo.
- A mí también. –Suspiré.-
- ¿Qué pasó ahora?
- Mañana vuelve Pedro.
- ¿Ya?
- Lo mismo dije yo, pero sí. Pasaron seis meses.
- ¿Y qué pasa con eso?
- ¿Cómo qué pasa boluda? No quiero verlo, voy a volver a caer y no…
- ¿Y vos no pensaste en que él puede volver con otra mina?
- ¿Eh? No, ni ahí.
- No sé, es una posibilidad.
- No Vir, no creo. Va a volver a buscarme…
- Y a vos eso te encanta.
- No sé, no quiero seguir sufriendo.
- ¿No habías puesto punto final?
- Sí, pero lo tenía lejos.
- No lo veas.
- Es el papá de Delfi.
- Lo sé, pero ella ya es bastante grande…
- No puedo no verlo, no voy a hacer malabares toda la vida.
- ¿Mañana lo vas a ver?
- Viene a buscar a Delfi a casa. –Suspiré.- Siento que me va a explotar la cabeza.
- ¿Por qué no esperas a ver qué pasa?
- Ya sé lo que va a pasar.
- No, no lo sabes.
- Mmm…
- No sabes, quizás él se olvidó de vos y eso te facilite las cosas. ¿No te parece?
- Creo.
- No te preocupes de ante mano.
- Sabes que eso me cuesta.
- Por eso te lo aconsejo.
-Suspiré.- ¿Y cómo se hace?
- Vos sabrás.
-Reí.- No, te juro que no sé.
- Tenes que poder superarlo Pau, esta vez te lo digo en serio. No da para más.
- Ya lo sé.
- ¿Y entonces?
- ¿Te crees que no lo intenté?
- No, sé que lo intentaste.
- Ya no sé más como probar.
- Tenes que conocer a alguien.
- Dale, ahora saco a alguien de la galera.
- ¿Qué pasó con el chico de la universidad?
- Era un goma.
- ¿Era un goma o vos no querías estar con otra persona que no sea Pedro?
- La segunda opción. –Suspiré.- Siento que ese amor me va a condenar de por vida.
- No, no voy a permitir que sea así.
- Ya no somos pendejas Vir.
- ¿Y? Para el amor no hay edad y vos lo sabes muy bien.
- Gracias por recordame que encima estoy enamorada de un pendejo.
- Ya no es un pendejo.
- Tiene actitudes de pendejo y le sigo llevando la misma cantidad de años.
- ¿Te sigue pareciendo un problema eso?
- No, pero su actitud sí.
- Si hace meses que no te insiste.
- Sí, en eso estuvo bien.
- Para mí, conoció a otra. Ya te lo dije.
-Suspiré.- No sé, no quiero que llegue mañana.
- Pero va a llegar.
- Lo sé boluda.

Me quedé otro rato hablando con mi hermana, hasta que me tuve que ir a buscar a Delfi.


Volvimos a mi casa.

- Ma. ¿Me ayudas a prepararme el bolso?
- Dale Delfi. –Me acerqué a ella.- ¿Cuántos días te queres ir?
- Una semana.
- ¿Una semana sin vernos? –Pregunté un poco triste, aunque lo hice inconsciente.-
- A papá no lo veo hace mucho tiempo.
- Está bien, tenes razón.
- No te enojes.
- No Delfi, no me enojo. –Suspiré y abrí su placard.- A ver… -Comencé a sacar ropa y ella me abrazó por la espalda.-
- No te enojes mami.
- No estoy enojada mi amor.
- ¿Segura?
- Sí, segura. Solo que me acostumbré a tenerte cerquita todos los días.
- Mmm… Puedo venir a merendar algunos días. ¿Queres?
- Como vos quieras.
- Sí, yo quiero.
- Entonces dale. –Besé su mano.- ¿Papá va a estar de vacaciones?
- Sí, por dos semanas… Por eso puedo quedarme con él.
- Ah, está perfecto entonces. ¿Qué ropa queres llevarte?

La ayudé a preparar el bolso y luego cenamos.

-

“Ya tengo el bolso preparado papi.”

“Qué bueno Delfi. Yo estoy esperando a que salga el avión.”

“¿A qué hora sale?”

“A las 23:30”

“Falta poquito…”

“Falta poquito para que estemos juntos otra vez.”

“Al fin pa… Estoy muy feliz.”

“Yo también Delfi.”

“Qué tengas un buen viaje.”

“Gracias hermosa… Nos vemos mañana.”

“Sí, nos vemos mañana.”

“Te amo… Gracias por bancarme.”

“Te amo papá, y me costó un poco, pero ya pasó.”

“Sos la mejor hija que me podría haber tocado.”

“No exageres.”

“Lo digo de verdad Delfi.”

“Mmm…”

“¿Mmm qué?”

“Mamá tiene razón cuando dice que sos chamullero.”

“¿Lo sigue diciendo?”

“No, lo decía. ¿No están separados?”

“Sí hija.”

“¿No van a volver?”

“Del… No hablemos de eso.”

“Está bien, perdón.”

“Tengo que irme, así puedo volver.”

“Dale pa, te voy a estar esperando.”



▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼

https://www.youtube.com/watch?v=GRHcrqEXapc Dulce condena - Fabiana Cantilo.

jueves, 26 de noviembre de 2015

111. Volver.

Volver, volver a casa y volver a uno.

Volver a tu lugar, a tus olores, a tus cosas, a tus sentimientos y a tus seres queridos.

Volver, volver después de mucho y volver con miedo, miedo de no saber con qué te vas a encontrar.



El tiempo pasó, no sé si tan lento como pensaba que iba a suceder, pero tampoco se había pasado rápido. Quizás podría decirse que sucedió normalmente… Lo complicado sería establecer qué puede considerarse como normal a la hora de dejar que el tiempo pasa. ¿No?


Sucedió que, al notar que el seguir intentando con Paula era en vano, decidí comenzar a olvidarla… Como pudiera, como me saliera. Decidí que no iba a dejar mi vida de lado, porque a pesar de mi error, tampoco iba a condenarme para siempre.

Y fue así como conocí a Macarena. No, claro que no la amaba como amaba (o había amado) a Paula, con el tiempo entendí que eso nunca iba a pasarme con otra mujer. Pero la quería, teníamos una buena relación, buenas charlas y buena cama. En ese momento, eso me bastaba y me sobraba.

Había dejado de vivir en el hotel, para vivir en su casa y aunque temía de lo que pudiera suceder en esa convivencia… Todo funcionaba mucho mejor de lo que había imaginado.

El problema ahora era que estaba por volver y volver significaba muchas cosas. 

Volver significaba enfrentarme otra vez a Paula… Y no sabía qué era lo que podía suceder en ese momento.

- Maca… ¿Estás segura que queres irte conmigo?
- Sí amor. ¿Por qué me preguntas eso?
- No quiero que te sientas obligada.
- No Pepe, no me obligas a nada.
- ¿Segura?
- Estoy segura, segura de que te amo y segura de que sigo hasta el fin del mundo.
- Mi vida allá es muy distinta a la que tengo acá, tengo una hija.
- Lo sé, pero yo estoy enamorada de vos, no de tu vida. –Me besó y se sentó en mis piernas.- Deja de preocuparte tanto.
- Me preocupo porque me importas Maca.
- ¿A mí sabes qué me importa? –Preguntó besando mi cuello.-
- ¿Qué cosa? –La abracé por la cintura.-
- Pasar un buen momento con mi novio. ¿Podrá ser?
- Mmm…
- ¿Mmm…? –Me preguntó y mordió mi cuello. Sonreí.-
- Mmm… Sí.
- Ah, menos mal. –Reímos y nos besamos.-

Me tomó por las manos, y caminando, me obligó a caminar hacia atrás, hasta que caí en la cama y ella se tiró sobre mí. Me sonrió y me besó.

- Me podes tanto mi amor… -Y besó mi cuello.-

Suspiré y la dejé, al menos me despejaría.

Después de un rato, estábamos los dos en la cama, acostados y desnudos. Las mantas nos cubrían, al menos un poco. Cada uno tenía una botella de cerveza en sus manos.

- ¿Tu hija lo sabe?
- No Maca.
- ¿No?
- No, no quiero decírselo por la computadora.
- No quiero que me niegues eh.
- No Maca, no.
- ¿Estás seguro?
- Sí, yo se lo voy a contar, pero no es tan grande… Es muy apegada a su mamá y antes de venir estábamos juntos, y encima de que me fui, no quiero caerle con esto estando tan lejos.
- ¿Pero se lo vas a contar?
- Sí, vos tranquila.
- ¿Con esa mina terminaste todo, no?
- Te dije mil veces que sí.
- Pero tenes una hija con ella.
- Toda la vida vamos a tener una hija juntos.
-Suspiró.- Sí, ya sé. Espero que no sea muy jodida.
- Vos no tenes por qué pensar en cómo va a ser ella.
- Depende de cómo sea ella, cómo va a ser tu hija y eso sí me importa.
- Mi hija es un amor… En serio te lo digo.
- ¿Todo este tiempo tu ex no le metió fichas en contra tuyo?
- No, nunca dejamos que lo que pasará entre nosotros influya en ella.
- ¿En serio?
- Sí, en serio. Hay cariño entre nosotros a pesar de todo.
- Solo cariño. ¿No?
- ¡Deja de ser tan celosa! –Dije y la besé.- Solo cariño.
- Más te vale.
- ¿Y si no qué? –Volví a besarla.-
- Sino… Te voy a recordar quien es tu mujer. –Dijo sentándose sobre mí.- 
- Sé muy bien quien es mi mujer. –Le saqué la cerveza de sus manos a ella y dejé las dos en la mesita de luz. La tomé por la cintura.-
- ¿Estás muy seguro?
- Muy seguro.
- Mmm… -Y se acomodó, haciendo que mi cuerpo entre lentamente en el suyo.-
- Mmm… Vos. –Y la presioné con fuerza, ayudándola en su tarea.-
- Sos tan lindo. –Pasó su lengua por sus labios y me sonrió.-
- Vos sos linda.

Y comenzó a saltar sobre mi cuerpo, otra vez.

Luego de un rato, estaba acostada a mi lado.

- No te preocupes por mi ex. –Le dije.-
- Me da un poco de miedo.
- Tranquila, de verdad.
-Suspiró.- Entendeme igual.
- Sí, claro que te entiendo. –La abracé.- Pero con ella, ya se terminó todo.
- ¿Me lo prometes?
- Sí Maca.
-Sonrió y besó mi hombro.- ¿Dormimos? Mañana nos vamos a querer matar sino.
-Reí.- Descansa.
- Vos también.

Nos dimos un beso y nos acomodamos para dormir.

Al día siguiente, cuando desperté, dormía desnuda a mi lado y suspiré. Creía estar enamorándome de aquella mujer.

- Maca… -Besé su cuello.- Arriba.
- ¿Ya?
-Reí.- Nos entretuvimos hasta tarde.
- Mmm…
- Dale, arriba. –La besé.- Hay que trabajar.
- No quiero.
-Reí.- Me parece que no es validero como excusa para faltar.
- Dame un beso antes.
-La besé.- Buen día.
- Buen día. –Respondió.-

Era el último día en la empresa, a nivel laboral, me había enriquecido en todos los sentidos. 

Trabajar ahí me había posicionado muchísimo y me había regalado experiencias que, sin lugar a dudas, me sumaban como profesional.

Saludé a todos y les agradecí uno por uno, para luego retirarme de aquel lugar y comenzar con la vuelta.

Volver… Siempre me había muerto por volver y ahora que estaba por hacerlo, me moría de miedo.

“Al fin papi…”

“Mañana nos vemos, al fin.

“Ya le dije a mamá que me voy a ir unos días a tu casa, porque te extraño mucho.”

“Yo también te extraño mucho. Tengo muchas cosas para contarte y muchos regalos.”

“Yo también tengo cosas para contarte… ¡Te quiero ver ahora pa!”

“Aguanta un poquito más princesa.”

“Ya aguanté mucho papi.”

“Lo sé, pero solo faltan horas.”

“Ya sé, las estoy contando.”

“¿Viste que al final se pasó rápido?”

“Mmm… Más o menos, pero ya no importa, porque mañana volves.”

“Tan linda sos…”

“Le voy a preguntar a mamá si me puede llevar al aeropuerto.”

“No princesa, va a ser un lío ahí. Yo te prometo que antes de llegar a mi casa, paso por lo de mamá y te busco así nos vamos juntos. ¿Queres?”

“Bueno, entonces ya me preparo la mochila.”

“Dale mi vida… Hasta mañana.”

“Hasta mañana que te voy a abrazar muy fuerte.”

“Te amo Delfi hermosa.”

“Te amo papi.”

Lo único que me daba ganas de volver era ella, mi hija. Quería ir corriendo y tenerla abrazada durante horas.

Estar lejos de ella, sin duda, fue lo más difícil de todo. No poder estar con ella el día de su cumpleaños, había sido lo peor.

Pero… por suerte, con el tiempo entendió que era un viaje de trabajo y lo único que importaba ahora es que en horas estaríamos juntos, otra vez.

▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼

Yo sé que en este momento me están odiando mucho y se los permito.