- Hoy mi
hermana le contó a Delfi lo del embarazo.
- ¿Y cómo reaccionó?
- Super bien, pero…
- ¿Qué?
- Me dijo otra vez que quiere tener un hermanito. –Sonreímos.-
- ¿Y a vos te gustaría?
- Sí, pero no ahora. ¿A vos?
- Pienso igual…
- Quiero disfrutar un poco de nosotros.
- Sí, a mí me pasa lo mismo. –Suspiramos.- No nos tenemos que dejar presionar
por ella.
- Sí, ya sé. Pero, por otro lado me da un poco de culpa, porque sé lo lindo que
es tener una hermana…
- Ya va a poder disfrutar de un hermano.
-Suspiré y me acosté a su lado.- Vos sos joven Pepe, yo ya no tanto.
- No seas exagerada.
- De verdad te lo digo, después de los 40 es peligroso.
- Pero te falta un montón de tiempo para eso.
-Suspiré y me dejé abrazar por él.- Eso espero.
- Vas a ver que sí… Tranquila, no pienses en eso.
- Me cuesta un poco.
- Hey, dale. Estábamos bien.
- Sí, ya sé. Perdón.
- No pidas perdón… Y dame un beso.
-Reí y me acerqué a besarlo.- No quiero estar mal.
- Entonces quedate conmigo, que con unos mimitos se te pasa.
- Sos tan tierno.
- Dale, veni…
Me acomodé a su lado y él me abrazó.
- ¿Qué te dijo el médico?
- Que mi brazo ya está bien del todo.
- ¿Y las costillas?
- Que ya están soldadas, pero que es normal que me duelan por algunos meses.
- ¿Y te duelen?
- Bastante…
-Acaricié su barba.- Cualquier cosa que necesites, me avisas y lo sabes.
- Gracias hermosa.
- Nada que agradecer.
Después de un rato.
- A vos te pasa algo más y no vale que me mientas.
- Odio que me conozcas tanto.
- Dale, contame.
- Nada, no sé por qué, no puedo dejar de pensar en mi papá. –Suspiré.- Me
pasa a veces, no sé.
- No está mal que pienses en él.
- Ya lo sé, pero me duele.
-Me abrazó con fuerza.- Llora si lo necesitas…
- Perdón, a veces quisiera ser menos complicada.
- No seas tonta, no tenes que pedir perdón. –Se separó un poco de mí.- Y no
hagas fuerza para no llorar.
-Reí.- Me conoces más de lo que creo.
- Vos dejaste que te conozca.
- Sí, ya sé.
- ¿Te molesta?
- No. –Sequé mis lágrimas.-
- Vení mi amor.
La abracé y ella se quebró, como una nena.
- Es como si todos los días, un ratito, él apareciera. No sé.
- Es muy reciente todavía.
-Suspiré.- Me voy a arrepentir toda la vida de lo que hice con él.
- No te sirve de nada castigarte ahora.
- Ya lo sé, pero no lo puedo evitar.
- No pienses tanto, te saca energía para disfrutar de cada día.
- No puedo no pensar en él.
-Se separó un poco de mí.- No, no digo que no pienses en él. Es obvio que
siempre vas a recodarlo. –Secó mis lágrimas.- Te digo que no te maquines con
todo el resto.
-Suspiré.- Lo intento, creo que ahora es más leve que antes.
- Entonces, seguí así.
- Quiero que me abraces.
-Sonrió.- Yo te abrazo toda la vida si queres.
-Sonreí y me acurruqué en él.- Te amo Pepe.
- Yo también te amo mi amor.
-
Aunque me costó convenecerla, se quedó en la cama y yo me fui a preparar la
comida. Pero, antes pasé por el cuarto de Delfi.
- Delfi… ¿Podemos hablar de algo?
- Sí papi.
Cerré la puerta y me acerqué a ella.
- ¿Qué pasa?
- ¿Es muy importante lo que estás haciendo?
- No, solo estaba jugando.
- Mmm… Mamá está un poco triste. ¿Por qué no vas con ella y le haces unos
mimitos?
- ¿Qué le pasa?
- No importa eso, solo importa que si vos vas con ella… Va a estar mucho mejor.
- Entonces ahora voy.
- Dale, yo mientras preparo la comida. ¿Te parece?
- Sí, me parece.
Ella quiso irse, pero la frené.
- Che, che, che. Antes un beso a papá. –Delfi rio y me dio un beso en la
mejilla.-
- ¿Ahora sí?
- Sí, dale. Anda.
-
- Delfi. ¿Qué pasa? –Pregunté cuando la vi entrar.-
- Papá me dijo que estabas un poco triste y me dieron ganas de venir a estar
con vos. ¿Me dejas?
-Sonreí.- Obvio. ¿Te queres meter conmigo en la cama?
- Sí…
- Sacate las zapas entonces.
Delfi se descalzó y yo abrí la cama, para que se acostara a mi lado. Ella apoyó
su cabeza en mi brazo y me abrazó por la cintura.
- No estés triste mami.
-La abracé y besé su cabeza.- Si te quedas conmigo, no voy a estar triste.
-Sonrió.- Entonces me quedo acá.
- Gracias mi amor…
- ¿Me contas qué te pasa? ¡No me digas que son cosas de grandes!
-Reí.- Lo extraño a mi papá.
- ¿Por qué estuviste peleada con él?
- Eso no te lo puedo contar.
- ¿Cuándo sea más grande me lo vas a contar?
- Sí hija.
- ¿Me lo prometes?
- Sí Delfi.
- Bueno, no te olvides.
-Reí.- No, no me olvido.
Me quedé un rato con ella, mirando la tele y después, llegó Pedro con la
comida.
- Uy, qué rico. –Dije sentándome.-
- Hace mucho tiempo que no comemos en la mesa. –Dijo Delfi riendo.-
- Es verdad… -Reímos todos.- ¿No te gusta comer en la cama?
- Sí, me gusta. –Respondió.-
Cenamos y lo ayudé a Pedro a lavar.
- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por mandarme a Delfi.
- Ah… Sabía que te iba a hacer bien.
- Muy. –Sonreí y lo besé.-
Terminamos de ordenar la cocina y volvimos a la habitación.
- Es hora de dormir Delfi. –Dije.-
- ¿Ya? –Preguntó.-
- Sí hija, son las diez y media.
- ¡Ufa!
- Ufa nada, a dormir dale.
- Bueno. ¿Pero me lees un cuento?
- Está bien, dale. Anda a lavarte los dientes.
- Bueno.
Delfi se fue al baño.
- Me alquilaron un ratito, pero después vuelvo. –Lo besé.-
-Rio.- Dale, te espero acá.
- Por favor. –Volví a besarlo.-
Delfi se cambió y luego se metió en su cama.
- ¿Cuál te leo?
- ¡La Cenicienta!
- ¿Otra vez?
- Sí mami.
- Bueno, está bien… -Agarré el libro.- Haceme un lugarcito.
Delfi se corrió a un costado y me senté a su lado, le leí el cuento y se estaba
quedando dormida. Me arrodillé a su lado y se acomodó en la cama.
- Que descanses princesa. –Besé su manito.-
- Vos también mami, y no estés triste.
-Sonreí.- Te prometo que no. Hasta mañana.
- Hasta mañana. –Besé su cabeza y me fui.-
- ¡Al fin! –Dijo Pedro cuando me vio entrar y reí.-
- Bancame cinco más que voy al baño.
- Solo cinco eh.
- Solo cinco. –Le guiñé el ojo y me fui.-
Me encanto el capitulo! Ese final me suena a que se viene una nochecita movidita... sera asi? Ojala que si! ♡
ResponderEliminarQue lindo como se sostienen uno al otro! Quiero massss
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