98. Hacer el amor.

“Te haré creer todos los días, que el amor existe.”

“No aguanto mucho más sin vos.”

Le envíe esa tarde, mientras estaba en lo de mi hermana. Delfi se quedaría a dormir allí.

“Me pone un poco loquito que me digas esas cosas.”

“Es la idea.”

“Mira que después tenes que cumplir eh.”

“Me estoy encargando de eso.”

“¿Y cómo sería eso?”

“Delfi se queda a dormir con mi hermana. ¿Te va?”

“Me encantó la idea.”

“Puedo llevar algo de comer también.”

“Mmm… Dale.”

“¿Qué llevo?”

“Con que te traigas a vos, me basta y me sobra.”

“Jajajajaja. Te pregunto en serio tarado.”

“No sé, lo que quieras. Sorprendeme.”

“Mmm… Bueno, dale.”

La dejé a Delfi en la casa de mi hermana y luego fui a comprar algo para comer.

Esa noche cenamos en el balcón. Pedro estaba mucho mejor y eso me ponía contenta, de a poco volvía a ser el de siempre.

Levanté las cosas de la cena.

- Me voy al baño y vengo.

- ¿A qué?

- Sorpresa. –Lo besé.-

- No seas así.

- Vos quedate acá un rato y después me vas a buscar.

- Mmm… Bueno. –Dijo besando uno de mis hombros y yo lo abracé por el cuello.-

- Paciencia Alfonso.

- Te extraño.

-Sonreí.- Yo también. –Lo besé.- Es solo un ratito. –Le dí un último beso y me fui.-

Al rato…

Lo estaba esperando, en la cama… Completamente desnuda y cubierta con una bata de seda.

¡No aguantaba más! Lo necesitaba, lo extrañaba.

Lo escuché venir y sonreí, ampliamente.

Pedro entró, con un jogging y una remera. Sonrió al verme y le devolví la sonrisa, mordiendo mi labio.

- No esperaba encontrarme con esto. –Dijo y cerró la puerta, se sentó frente a mí y me sonrió.-

- ¿No te gusta?

- No, no… Me encanta. –Dijo comenzando a acariciar mis pies.-

- Ah… Menos mal, sino me iba a bajar bastante el autoestima.

- ¿Sí? –Preguntó subiendo con sus caricias por mis piernas y volviendo a mis pies.-

- Sí… -Dije con voz de nena.- 

- Ay… -Presionó mis dedos.- Sos tan linda.

- Ah, bueno… Así mi autoestima aumenta.

- Es la idea… -Le di crema y llenó sus manos con la misma, para continuar con los masajes.-

- Me encantan tus ideas.

- ¿En serio?

- En serio, me fascinan.

- Tengo muchas ideas…

- ¿Cómo cuales por ejemplo?

- Mmm… -Subió con sus manos hasta mi cintura y sonreí.-

- ¿Cuáles?

- Hacerte el amor hasta que amanezca me parece la más interesante.

- Mmm… A mí también. –Sonreí, cómplice.-

- Entonces podríamos ir empezando. ¿No te parece?

- Podría ser. –Reímos.- Sos tan lindo…

- Vos sos linda. –Sonreímos y nos dimos un beso.-

Lo tomé por la cintura y quise besarlo, pero no me dejó… Sus labios se posaron en mi cuello, depositando algunos besos sumamente tiernos. Yo lo tomaba por la nuca y acariciaba sus brazos. Sus manos, recorrían mis piernas y subieron hasta abrir un poco el escote de mi bata y acariciar suavemente mis pechos… Sonreí.

Por fin, sus labios se unieron a los míos. Fue un beso que comenzó lento, pero que comenzó a subir la temperatura a medida que pasaban los minutos.

- Te amo… -Susurré.-

- Te amo. –Sonreímos y nos besamos.-

Su cuerpo se abalanzó sobre mí, y quiso que me acueste sobre la cama, pero se lo impedí. Me tiré yo sobre él y me acomodé sobre una de sus piernas. Lo besé y levanté su remera, acaricié su abdomen y volví a su boca. Mis manos acariciaban su entrepierna y él, mi espalda. 

Su boca y la mía se enloquecían, y sin pedir permiso, metió su mano por mi cola y corrió mi bata. Acariciando lentamente mi zona más íntima. Me estremecí.

Nos sentamos sobre la cama y quité su remera, volví a besarlo. Sus piernas me encerraban. Quité sus zapatillas y sus medias, él no dejaba de besarme. Lo tiré contra la cama y acaricié su abdomen, mordiendo mi labio y mirándolo.

Mis manos se clavaron en la cintura de su pantalón y se lo quité, junto con su boxer.

Quitó mi bata y sin decir nada, su boca fue directo a una de mis pechos, luego al otro. Las deboraba con su boca y las humedecía con su lengua. Mi cuerpo se enroscó al suyo y aunque lo quisiera, no frenaba. Yo lo disfrutaba.

Me senté sobre su cuerpo y su zona íntima se acarició con la mía, lentamente. Generando que nos desearamos aún más que antes. Nos miramos, sonriendo, llenos de deseo. Su piel transpiraba y la mía estaba a punto de hacerlo. 

Su cuerpo y el mío estallaban, no dejábamos de mirarnos ni de gemirnos, el uno al otro. Nos excitabamos tan solo con la mirada del otro.

Me obligó a salir de encima de su cuerpo y me hizo acostar en la cama.

Sus labios volvieron a los míos y ese beso me tranquilizó, al menos un poco…

Porque cuando me di cuenta, estaba sobre mí y dentro otra vez.

Los dos estábamos desesperados, por estallar. Su cuerpo volvía loco al mío.

-

Descansaba mi cuerpo sobre el suyo, nuestra piel seguía transpirada y nuestros cuerpos seguían recorridos por el placer. 

- Te amo… -Dije, tratando de no sonar agitado.-

- Te amo mi amor. –Me abrazó por el cuello y suspiró.- No sabes lo que te extrañaba.

- Yo también te extrañaba, muchísimo.

Pasó un rato, y seguíamos en la misma posición.

- Me siento tan bien cuando estoy así con vos. –Dijo.- 

-Sonreí.- A mí me pasa lo mismo.

- Siento que somos el uno para el otro, que enacajamos perfecto.

-La abracé más fuerte.- Somos el uno para el otro.

- Y para siempre.

- Para siempre. –Nos separamos un poco y nos besamos.- 

Al rato, estábamos los dos cambiados y tomando un café. Sobre la cama.

- No aguantamos hasta el amanecer. –Dijo riendo.-

- Si queres, puedo empezas otra vez.

-Rio.- Sos un tarado.

- En serio te digo...

-Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos.- Estás medio pachuchito todavía.

- ¿Estuve mal?

-Rio.- Estuviste increíble. –Me besó.- En serio eh. –Volvió a besarme.-

Yo estaba sentado contra el respaldo de la cama, ella se sentó sobre mis piernas, apoyando su espalda en mi pecho. Unimos nuestras manos, sobre su abdomen.

Quisiera que esto dure para siempre,

casi tanto como una eternidad.