- ¿Qué ha pasado? Que los chupetes se convirtieron en cigarros, el agua en vodka, las bicicletas en autos, los besos en sexo. ¿Te acuerdas cuando volar significaba columpiarse muy rápido?
¿Cuándo “protección” significaba utilizar casco al ir en la bici? ¿Cuándo lo peor que podías recibir de una persona eran piojos?
Los hombros de papá eran el lugar más alto del mundo y mamá era heroína. Tu peor enemigo era tu hermano, los problemas de velocidad eran causados por quién corría más rápido.
“Guerra” era solo un juego y la única droga que conocías era el remedio para al tos.
El dolor más fuerte que podías tener era el de tus rodillas raspadas y “adiós” solo significaba “hasta mañana.”
Todo esto era lo mejor del mundo, pero no pudimos esperar a crecer.”
- ¿Qué pasa
Delfi?
- Que hay cosas que no entiendo.
- ¿Qué cosas?
- Sentate.
- Bueno.
- En la silla.
Me senté en la silla de su escritorio y ella se sentó en la cama.
- ¿Me explicas hija? Porque no entiendo.
- Es que… Tengo amigas a las que…
- ¿Qué Delfi?
- Les están creciendo las… -Y se miró el pecho, y reí.- Tetas.
- Es normal eso mi amor.
- ¿Y por qué a mí no?
- Porque eso depende de cada una, de cada cuerpo… Y a cada una le pasa a una edad distinta.
- ¿A vos a qué edad te pasó?
- A los diez.
- Ah… ¿Y a mí cuánto me falta?
- No lo sé Delfi.
- ¿Y que me salgan pelos en las piernas también?
- Sí hija, de a poquito te va a ir pasando todo lo que nos pasa a las mujeres grandes.
- ¿Qué cosas?
- Te van a crecer las lolitas. –Ella rio.- Te van a salir pelitos, te voy a enseñar a depilarte.
- ¿Eso duele? –Preguntó asustada.-
- Un poco, pero después te acostumbras.
- Ah… ¿Y qué más me va a pasar?
- Seguro te salgan granitos en la cara, tu voz sea un poco más grave, crezcas un poco más de alto, y además, seguro se te ensanchen un poco las caderas, para el día que tengas un hijo… -Acaricié su carita.- Y, seguro, también te indispongas por primera vez.
- ¿Eso es cuándo te sale sangre? –Preguntó un poco asustada.-
- Sí, pero es solo un poquito.
- ¿Y por qué pasa eso?
- Porque, una vez al mes, el cuerpo necesita limpiarse, entonces nos sale un poco de sangre con otras cosas que tienen nombres raros.
-Rio.- ¿Eso duele ma?
- Te duele un poco la panza. –Dije tocando su abdomen bajo.- Ahí… Pero es solo un poco y después se pasa.
- Me da un poco de miedo.
- No tenes que tener miedo Delfi, todas las mujeres pasamos por eso y mira. ¡Acá estamos! Además, podes preguntarme todo lo que quieras.
- ¿Todo?
- Todo mi amor.
-Sonrió.- Gracias ma, por hoy no quiero preguntarte más nada.
-Sonreí.- De nada hermosa…
- Ahora quiero dormir.
- ¿Me quedo o me voy?
- Mmm… Andate.
-Reí.- Está bien. –Le di un beso en su mejilla.- Hasta mañana.
- Hasta mañana mami. Gracias.
- No tenes nada que agradecerme, y acordate que podes preguntarme lo que tengas ganas. –Sonrió y volví a darle un beso en su mejilla.- Y no te olvides de lavarte los dientes eh.
- No ma.
-Reí.- Chau hermosa.
Suspiré y salí del cuarto. No podía creer que había tenido esa charla con mi hija, si hasta ayer era una bebé…
Los chicos crecen y hay que aceptarlo. Creo que llegué al cuarto llorando.
- ¿Qué pasa Pau?
-Reí.- Nada.
- ¿Cómo que nada?
- Es que tuve una charla femenina con Delfi.
- ¿Eh?
-Me senté al lado de Pedro.- Me preguntó sobre cosas de mujeres, cuando le van a crecer las lolas, cuando se va a tener que depilar, cuando se va a indisponer.
- ¿Ya?
- Y sí Pepe… Tiene nueve, las cosas empiezan a pasar, alrededor de los 10 seguro se haga señorita.
- ¿En serio?
- En serio, asique anda preparando la escopeta. –Reímos.-
- ¿Y por qué llorabas?
- Porque no puedo creer que esté tan grande. –Sonreí.-
- Te juro que yo tampoco.
- Me cuesta un poco dejarla…
- A mí me pasa lo mismo. –Suspiramos.- Pero supongo que habrá que hacerlo.
- Sí, otra no queda.
- Lo bueno, es que nos tenemos a nosotros. –Dijo y me abrazó por la espalda.-
- Eso es verdad. –Sonreí.- Pero para, escuchame una cosa.
- ¿Qué?
- ¡Ni se te ocurra hablar de esto con ella eh! Se va a morir de vergüenza.
- Tranquila, además, no sabría qué responderle. –Reímos.-
- ¿Y conmigo si sabes qué hacer?
- ¡Pffff! Se me ocurren mil cosas. –Dijo besando mi nuca.-
- ¿Delfi ya fue al baño?
- Sí, ya está en su pieza. No te preocupes.
Tomé sus manos y las besé.
- Entonces, hace todas esas cosas que te ocurren. –Sonreímos y tiré mi cabeza para atrás, para poder besarlo.-
- ¿Todas?
- ¡Todas!
- Apa… -Dijo riendo y mordió mi oreja.-
- Es que te amo tanto… -Dije buscando su boca para volver a besarlo.-
-Sonrió.- Te amo mi amor. –Nos besamos.-
- Es en serio que quiero casarme eh. –Dije riendo.-
-Rio.- Yo también y lo sabes muy bien. –Sonreímos y nos besamos.-
Me di vuelta y nos besamos, me tomó por las caderas, haciendo que mi cuerpo quedé sobre el suyo y mis manos lo tomaron por su nuca.
- Me encantaría que seas la señora de Alfonso.
- Me muero de lo lindo que suena. –Dijimos entre besos.-
- Ay, Chaves, Chaves. ¡Mira lo que sos!
-Sonreí.- Usted porque no se vio al espejo, Alfonso.
Mis labios recorrieron su cuello mientras sus manos recorrían mi cola y, sin demasiado preámbulo, le quité su remera…
- Hace mucho calor. –Le dije cuando terminé de quitársela.-
- Y con vos adelante, ni te cuento.
Sonreí cómplice.
Mi boca recorrió su cuerpo completo. Hacía calor de verdad y nosotros hervíamos de solo mirarnos. Busqué una colita en mi mesita de luz, y sentada sobre la entrepierna de mi hombre, me hice un rodete. Él sonreía y cuando terminé, me tiró sobre su cuerpo y desabrochó mi corpiño. Sus manos recorrieron mi espalda mientras sus labios lo hacían en mi cuello. Volvió a mi boca y nos sonreímos.
Terminó de sacarme el corpiño y me erguí, sosteniéndome con mis brazos. Sus dedos subieron desde mi ombligo hasta mi boca, pasando por mis pechos e hicieron ese recorrido innumerables veces… Después de sus dedos, lo hizo con su lengua.
- Me volves loco. –Dijo presionando su cuerpo con el mío, sosteniéndome por la espalda.-
- Vos me volves loca a mí, mi amor. –Y lo besé, despeinándolo.-
Ambos nos miramos cómplices y terminamos de desnudarnos.
- Que hay cosas que no entiendo.
- ¿Qué cosas?
- Sentate.
- Bueno.
- En la silla.
Me senté en la silla de su escritorio y ella se sentó en la cama.
- ¿Me explicas hija? Porque no entiendo.
- Es que… Tengo amigas a las que…
- ¿Qué Delfi?
- Les están creciendo las… -Y se miró el pecho, y reí.- Tetas.
- Es normal eso mi amor.
- ¿Y por qué a mí no?
- Porque eso depende de cada una, de cada cuerpo… Y a cada una le pasa a una edad distinta.
- ¿A vos a qué edad te pasó?
- A los diez.
- Ah… ¿Y a mí cuánto me falta?
- No lo sé Delfi.
- ¿Y que me salgan pelos en las piernas también?
- Sí hija, de a poquito te va a ir pasando todo lo que nos pasa a las mujeres grandes.
- ¿Qué cosas?
- Te van a crecer las lolitas. –Ella rio.- Te van a salir pelitos, te voy a enseñar a depilarte.
- ¿Eso duele? –Preguntó asustada.-
- Un poco, pero después te acostumbras.
- Ah… ¿Y qué más me va a pasar?
- Seguro te salgan granitos en la cara, tu voz sea un poco más grave, crezcas un poco más de alto, y además, seguro se te ensanchen un poco las caderas, para el día que tengas un hijo… -Acaricié su carita.- Y, seguro, también te indispongas por primera vez.
- ¿Eso es cuándo te sale sangre? –Preguntó un poco asustada.-
- Sí, pero es solo un poquito.
- ¿Y por qué pasa eso?
- Porque, una vez al mes, el cuerpo necesita limpiarse, entonces nos sale un poco de sangre con otras cosas que tienen nombres raros.
-Rio.- ¿Eso duele ma?
- Te duele un poco la panza. –Dije tocando su abdomen bajo.- Ahí… Pero es solo un poco y después se pasa.
- Me da un poco de miedo.
- No tenes que tener miedo Delfi, todas las mujeres pasamos por eso y mira. ¡Acá estamos! Además, podes preguntarme todo lo que quieras.
- ¿Todo?
- Todo mi amor.
-Sonrió.- Gracias ma, por hoy no quiero preguntarte más nada.
-Sonreí.- De nada hermosa…
- Ahora quiero dormir.
- ¿Me quedo o me voy?
- Mmm… Andate.
-Reí.- Está bien. –Le di un beso en su mejilla.- Hasta mañana.
- Hasta mañana mami. Gracias.
- No tenes nada que agradecerme, y acordate que podes preguntarme lo que tengas ganas. –Sonrió y volví a darle un beso en su mejilla.- Y no te olvides de lavarte los dientes eh.
- No ma.
-Reí.- Chau hermosa.
Suspiré y salí del cuarto. No podía creer que había tenido esa charla con mi hija, si hasta ayer era una bebé…
Los chicos crecen y hay que aceptarlo. Creo que llegué al cuarto llorando.
- ¿Qué pasa Pau?
-Reí.- Nada.
- ¿Cómo que nada?
- Es que tuve una charla femenina con Delfi.
- ¿Eh?
-Me senté al lado de Pedro.- Me preguntó sobre cosas de mujeres, cuando le van a crecer las lolas, cuando se va a tener que depilar, cuando se va a indisponer.
- ¿Ya?
- Y sí Pepe… Tiene nueve, las cosas empiezan a pasar, alrededor de los 10 seguro se haga señorita.
- ¿En serio?
- En serio, asique anda preparando la escopeta. –Reímos.-
- ¿Y por qué llorabas?
- Porque no puedo creer que esté tan grande. –Sonreí.-
- Te juro que yo tampoco.
- Me cuesta un poco dejarla…
- A mí me pasa lo mismo. –Suspiramos.- Pero supongo que habrá que hacerlo.
- Sí, otra no queda.
- Lo bueno, es que nos tenemos a nosotros. –Dijo y me abrazó por la espalda.-
- Eso es verdad. –Sonreí.- Pero para, escuchame una cosa.
- ¿Qué?
- ¡Ni se te ocurra hablar de esto con ella eh! Se va a morir de vergüenza.
- Tranquila, además, no sabría qué responderle. –Reímos.-
- ¿Y conmigo si sabes qué hacer?
- ¡Pffff! Se me ocurren mil cosas. –Dijo besando mi nuca.-
- ¿Delfi ya fue al baño?
- Sí, ya está en su pieza. No te preocupes.
Tomé sus manos y las besé.
- Entonces, hace todas esas cosas que te ocurren. –Sonreímos y tiré mi cabeza para atrás, para poder besarlo.-
- ¿Todas?
- ¡Todas!
- Apa… -Dijo riendo y mordió mi oreja.-
- Es que te amo tanto… -Dije buscando su boca para volver a besarlo.-
-Sonrió.- Te amo mi amor. –Nos besamos.-
- Es en serio que quiero casarme eh. –Dije riendo.-
-Rio.- Yo también y lo sabes muy bien. –Sonreímos y nos besamos.-
Me di vuelta y nos besamos, me tomó por las caderas, haciendo que mi cuerpo quedé sobre el suyo y mis manos lo tomaron por su nuca.
- Me encantaría que seas la señora de Alfonso.
- Me muero de lo lindo que suena. –Dijimos entre besos.-
- Ay, Chaves, Chaves. ¡Mira lo que sos!
-Sonreí.- Usted porque no se vio al espejo, Alfonso.
Mis labios recorrieron su cuello mientras sus manos recorrían mi cola y, sin demasiado preámbulo, le quité su remera…
- Hace mucho calor. –Le dije cuando terminé de quitársela.-
- Y con vos adelante, ni te cuento.
Sonreí cómplice.
Mi boca recorrió su cuerpo completo. Hacía calor de verdad y nosotros hervíamos de solo mirarnos. Busqué una colita en mi mesita de luz, y sentada sobre la entrepierna de mi hombre, me hice un rodete. Él sonreía y cuando terminé, me tiró sobre su cuerpo y desabrochó mi corpiño. Sus manos recorrieron mi espalda mientras sus labios lo hacían en mi cuello. Volvió a mi boca y nos sonreímos.
Terminó de sacarme el corpiño y me erguí, sosteniéndome con mis brazos. Sus dedos subieron desde mi ombligo hasta mi boca, pasando por mis pechos e hicieron ese recorrido innumerables veces… Después de sus dedos, lo hizo con su lengua.
- Me volves loco. –Dijo presionando su cuerpo con el mío, sosteniéndome por la espalda.-
- Vos me volves loca a mí, mi amor. –Y lo besé, despeinándolo.-
Ambos nos miramos cómplices y terminamos de desnudarnos.
Su cuerpo y el mío estaban en estado de ebullición, el calor del ambiente hacía
que estuviéramos mucho más transpirados de lo normal.
Este hombre sí que sabía cómo hacer para que la pasara increíble.
-
Hacia rato que ella estaba acostada a mi lado, boca abajo y abrazando la
almohada. Con sus ojos cerrados y sonriendo, sabía que no dormía.
Yo estaba acostado a su lado, mirándola.
- ¿Qué es esa sonrisa? –Pregunté y besé su hombro.-
- Vos. –Abrió sus ojos y me miró.-
- ¿Yo?
- Vos, vos, vos. –Tomó mi mano y la besó.-
- Es lindo saber que te hago tener una sonrisa tan hermosa.
-Se levantó y me besó.- No te das una idea de cuanto te amo Pedro.
-La abracé por la cintura, haciendo que quede firme sobre mi cuerpo.- Tanto
como te amo yo a vos. –Sonreímos y nos besamos.-
- Me haces demasiado bien. –Dijo jugando con mi barba.-
- Vos a mí. –Sonreímos.- Me hace bien saber que pudimos dejar todo atrás y hoy
podemos ser felices.
-Sonrió.- Vos y Delfi son todo lo que necesito. –Se acomodó a mi lado.-
-Acaricié su mejilla.- Disfrutanos entonces.
- Lo hago cada día de mi vida.
-La besé.- ¿Tenes sueño que te acomodaste?
-Rio.- Un poco, me dejas muy cansada.
- Ah, bueno… Con ese halago me duermo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Reímos.- ¡Sos un tarado! –Y me pegó en el hombro.-
- Vos sos la tarada. –La besé.-
- Tengo sueño de verdad amor.
- Entonces dormí.
-Sonrió.- Que descanses.
- Vos también Pau.
▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼ ▲ ▼
Quiero que sepan que me morí de amor incluso escribiendo esa charla entre Pau y Delfi♥
Que linda charla de madre e hija! Como crecen los niños!!
ResponderEliminarEstán a full los PyP, no me los pelees jajaja...
TODO el capitulo, de punta a punta ME ENCANTO
ResponderEliminar