124. Detrás de la coraza.

Quitarnos esa coraza que nos creamos para el mundo exterior, animarnos a mostrar nuestro verdadero ser… Lo que realmente sentimos.

Salir, salir de ese escudo irreal y ser reales, auténticos.

Reír y llorar cuando lo necesitamos. Sonreír cuando lo sentimos y estar serios si es lo que queremos. Abrazar a alguien en el momento que lo deseamos. Besar hasta que se acabe el mundo. Decir todo lo que sentimos. Mirar con el corazón. Dejar que nos miren al corazón.

Delfi ya estaba en su cama, y cuando yo estaba yendo para mi cuarto, me llamó.

- ¿Qué pasa Delfi?

- Vení mami.

Yo entré y me senté en el piso, a su lado. Ella buscó mi mano y entrelacé mis dedos con los de ella.

- ¿Qué pasa hija?

-Se encogió de hombros.- No sé.

- ¿No sabes? –Acaricié su frente.-

- Lo que te conté hoy.

- ¿Qué pasa con eso?

- Quiero estar con vos. ¿No es de nena querer que te quedes hasta que me duerma?

-Sonreí.- No, a mí me gusta mucho también que alguien se quede conmigo hasta que me duerme.

- ¿Alguien cómo quien?

- Cuando tu papá era mi novio, me encantaba que me haga mimitos en el pelo hasta que me quedará dormida.

- Igual que a mí. –Sonrió.-

- Igual que a vos. –Acaricié su nariz.- ¿Queres que me quede?

- Sí mami.

- Entonces me quedo. –Apagué su velador y acomodé las mantas.- ¿Tenes frío?

- No, estoy bien.

- Bueno, mejor así entonces. –Besé su frente.- Que descanses hija.

- Gracias ma.

- De nada Delfi.

Me quedé jugando con su pelo hasta que se quedó dormida y suspiré… Me quedé un rato allí, pensando… ¡Lejos de mi celular!

Me levanté, solo porque tenía frío y cerré toda la casa. Mi celular sonó.

“Decime que el enojo ya desapareció… ”

“No sé…”

“¿Puedo ir a tu casa?”

“Delfi ya duerme…”

“¿Eso es un sí?”

“Tomalo como quieras.”

“Decime que hago, ya veo que voy y me revoleas con algo.”

“¿Tan mala crees que soy?”

“Jajaja, no sé.”

“No te voy a revolear con nada.”

“¿Puedo ir entonces?”

“¿Queres que también te haga un mapita para que sepas como llegar?”

“Jjaajajaja… Veo que se te pasó el enojo de verdad.”

“¿Por qué?”

“Porque haces chistes.”

“Bueno… No sé, fijate que haces entonces.”

“Okei, okei… Ahora veo.”

Cerré todo el departamento, me cambié y me preparé un té para irme a la cama.

“Cuando vengas, cerra la puerta porque ya estoy en la cama.”

“¿Cómo sabes que estoy yendo?”

“Será que te conozco.”

“Será que sos irresistible.”

“Deja de mandar mensajitos y veni.”

“Bueno mi amor, ahora voy.”

“Jajajajaj, ahora te haces el tierno.”

“Soy tierno.”

“Sos chamullero. ¡Vení, dale!”

“Estoy yendo hermosa, estoy yendo.”

“Te espero.”

Suspiré y tomé un poco de té. Escuché que Pedro entró y me senté mejor en la cama, necesitaba hablar con él.

- Hola… -Dijo entrando.-

- Hola. –Respondí.- Cerra la puerta.

Pedro asintió y cerró la puerta de la habitación. Se sentó a mi lado y me dio un beso.

- Hola. –Repitió y yo suspiré.- ¿Nivel de enojo, del 1 al 10?

-Reí.- No, no es así.

- ¿Y cómo es?

- Nada, deja. –Tomé un poco de té y dejé la taza a un lado, acomodé las mantas sobre mí. No entendía por qué la caldera estaba apagada.-

- No, no dejo nada.

-Suspiré.- Sabes que es lo que quiero.

- ¿Puedo explicarte?

- Si queres… -Hice una pausa.- ¿Te enojas si me acuesto?

- No Pau.

- Gracias.

- ¿Te sentís bien?

- Más o menos. –Me acosté en la cama, mirándolo.-

- ¿Qué es lo que te pasa?

- Esto Pepe.

-Suspiró y besó mi frente.- Puedo cuidarte si queres.

- Quiero que me expliques.

- ¿Puedo meterme en la cama con vos?

- Pedro…

- ¿Qué?

- Dale.

- ¿Dale qué?

-Revolee mis ojos.- Metete y contame. –Sonrió y se sacó sus zapatos, para meterse en la cama a mi lado.-

Se acostó, quedando frente a mí. Tomó mi mano.

- ¿Qué es lo que pasó?

- Cuando se lo estaba por decir, la llamaron que falleció su abuela.

- ¿Y la dejaste sola Pedro?

- Se fue a Madrid.

- ¿Para siempre? –Pregunté ilusionada.-

- No sé, estoy peor que antes.

 - ¿Por qué?

- No la voy a hacer volver para cortarle, y cortarle por Skype es cualquiera.

- Explicale la situación.

- ¿Qué la estoy haciendo cornuda?

- No boludo, explicale que se lo quisiste decir y justo pasó lo de su abuela.

-Suspiró.- No sé, me siento horrible.

- ¿Por qué?

- Porque te hago mal a vos, y odio hacerte mal.

-Cerré mis ojos.- Por esta vez, te perdono.

- Gracias. –Le sonreí, sin abrir mis ojos.-

Sentí que se acercó a mí y besó mis párpados.

- Sos muy linda.

- Dale, ahora endulzame los oídos. –Dije y lo miré.-

- Es la verdad.

- ¿Te quedas?

- Obvio.

- Tenes un pijama acá.

- ¿En dónde?

- En el último cajón del placard.

- ¿Eso quiere decir que vamos a dormir?

- Sos una máquina nene. –Reímos.- ¿Te enojas?

- No Pau.

- Es que de verdad, no me siento muy bien.

- ¿Es solo emocional?

- No sé.

- ¿No sabes? –Preguntó buscando su pijama.-

- Me duele la cabeza, un poco el pecho.

Pedro se cambió y volvió a meterse en la cama.

- ¿Acá? –Preguntó posando su mano sobre mi corazón.-

-Suspiré.- Yo sé que parezco fuerte, pero no lo soy.

- Yo lo sé, te conozco. –Besó mi frente.-

- ¿Me abrazas?

- Toda la vida.

Me abrazó sobre su pecho y suspiré.

- Haceme mimitos hasta que me duerma.

-Besó mi frente.- Te amo.

- Yo también te amo. –Besé su pecho.- ¿Sabes que hoy Delfi me preguntó si no era muy de nena que le gustara que le haga mimos en el pelo hasta que se duerma?

- ¿Y qué le dijiste?

- Que no, que a mí me encantaba cuando vos lo hacías. –Lo escuché sonreír y una de sus manos comenzó a jugar con mi pelo.- Justo así, como lo estás haciendo ahora… -Cerré mis ojos.-

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Y bueno, a estos el amor los tira vieron.