domingo, 13 de diciembre de 2015

131. Descubrirnos otra vez.

Descubrirnos y reconocernos. Entender que no somos los mismos… O sí, lo somos, pero distintos.

Aceptar que si no funcionó fue por algo y que esta vez, hay que ser capaces de encontrarle la vuelta.

Que esta vez, ya no es prueba y error… Esta vez es definitivo y el re-descubrimiento debe ser real, para no volver a lastimarnos.




Besar su piel era mi pasa tiempos preferido.


Su cuerpo estaba completamente desnudo y recostado en la cama, boca abajo. Mis manos se llenaron de aceite y la masajearon de punta a punta, mientras mis labios la besaban.

- Así duermo una semana entera.
-Sonreí.- Relajate. –Besé su mejilla y continué.-

Hasta que, me acosté a su lado y ella acarició mi barba.

- ¿Estás bien? –Le pregunté.-
- Mejor imposible, sos el hombre que toda mujer quiere a su lado.
- Qué lindo lo que me decís.
- ¿Por qué?
- Porque a veces siento que soy muy poca cosa para vos.
- No digas boludeces.
- Lo digo por todo lo que pasa.
-Tomó mi mano.- Sos más de lo que esperé toda mi vida.
-Sonreí y la besé.- Te amo.
- Te amo. –Volvimos a besarnos y su cuerpo quedó sobre el mío.-
- Me tienta mucho tenerte así.
- ¿Está mal tentarse? -Negué con mi cabeza.- ¿Y entonces?

Y otra vez lo estábamos haciendo, esta vez sin rodeos ni previas como hacia un rato.

Cayó sobre mi torso y corrí el pelo de su cara.

- Quiero estar así para siempre. –Me dijo.-
- Vamos a estarlo. –Dije acariciando su espalda.-
-Suspiró y cerró sus ojos.- ¿Me tapas que tengo frío?
- ¿Vas a dormir así?
- ¿No puedo?
- Obvio que podes.

Acomodé las mantas sobre su cuerpo y besé su frente. Nos quedamos un rato allí, pero me moría de ganas de ir al baño. 

Cuando volví, ella estaba hecha un bollito en la cama, aún desnuda. Sonreí y me senté a su lado, tapándome con las mantas hasta la cintura.

Acaricié su cabeza y ella me sonrió.

- Amo sentirme así. –Dijo.-
- ¿Y cómo te sentís?
- Una adolescente que está descubriendo el mundo… Te estoy descubriendo a vos otra vez y es hermoso. –Besó mi mano.-
- No podes ser tan hermosa.
-Sonrió.- Vos sos hermoso. –Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos.-
- Tenerte así, a mi lado, me hace sentir que sos mía… Y me encanta.
- Soy tuya, toda entera.
-Sonreí y me acosté, para quedar a su altura.- Vos sos mucho para mí.
- Anda.
- En serio… Todo lo que te estás bancando, es muchísimo.
- A veces por amor uno hace locuras. ¿No?
- Puede ser. –Nos besamos.-
- Sigo con vos, porque sigo confiando en vos.
- Perdón por decepcionarte tantas veces.
- No sos perfecto, lo tengo que aceptar.
- Somos demasiado imperfectos diría yo.
- Pero te amo igual.
-Besé su mano.- Yo también te amo. –La besé.- Y no sabes cuánto te agradezco que te estés bancando todo esto.
- Yo me la banco, pero espero que no sea por mucho tiempo más.
- Vas a ver que no.
-Suspiró.- Eso espero.

Ella se acomodó boca arriba, sin soltar mi mano.

- ¿Por qué te vas?
- No me voy, sigo acá.
- Mmm…

Me acerqué a ella y acaricié alrededor de su obligo con mis dedos, y deslizándolos hacia abajo.

- Tres es muchísimo. –Dijo riendo.-
- Vos porque no tenes aguante. 
- Uh… ¡Qué hambre que tenes nene!
- De vos. –Dije y mordí su hombro.-
- ¡Aia!
- ¿Aia qué? –Y volví a hacerlo.-
- Ubicate.
- Bueno…

Dije y quedé sobre ella.

- ¿Por qué sos tan tarado?
- Mmm… No sé.
- ¿No sabes? –Preguntó y mordió mi labio.-
- No, no sé.
- Bueno. –Volvió a hacerlo.-
- Frena un toque.
- ¿Yo tengo que frenar?
- Sí, vos. –Dije y mordí la punta de su nariz.-
- Sos un forro. –Reímos y nos besamos.-
- Cuanto amor che. –Y mordí su oreja.-
-Me abrazó con fuerza, clavando sus uñas en mi espalda.- No podes querer tanto.
- Soy insaciable.
-Rio.- Te odio.
- Me amas.
- Demasiado.
- Como yo a vos. -Mordí su hombro.-
- Si vas a estar encima mío, hace algo…
- Okei, okei. –Sonreímos cómplices y comenzamos a hacerlo, nuevamente.-

-

Real que podía dormir tres vidas seguidas de lo relajada que estaba.

Su mano acariciaba mi espalda de arriba abajo y lo único que se escuchaba en la habitación era nuestra respiración ir a la par.

- Me dejas hecha un bebé. –Dije.-
- Mi bebé. –Dijo y besó mi cuello.-
-Sonreí.- Me gusta más ser tu mujer igual.
- Eso es lo mejor de todo. –Sonreímos y nos besamos.-
- ¿A qué hora tenes que irte?
- No pienses en eso.
- Pero…
- Pero nada. –Me besó.- No pienses en eso.
-Suspiré y cerré mis ojos.- Amo estar así con vos, pero siempre me da miedo el después.
- El después va a ser mejor que el ahora.
- Eso espero.
- Vas a ver que sí. –Besó mi hombro y le sonreí.- ¿No queres dormir un ratito?
- Sí, me encantaría.
- Dormí entonces.
- ¿Me avisas antes de irte?
- ¿Para?
- ¿Me avisas?
- Bueno, está bien.

Busqué mi celular y puse la alarma.

- ¿Nos podemos ver y almorzar juntos?
- Sí, por supuesto.
- Podes ir a mi casa, si queres…
- Dale.
- Delfi sale a las dos de la escuela.
- Perfecto. –Besó mi mejilla.- Ahora descansa, que en un rato te tenes que levantar.
- Vos te tenes que levantar antes.
- Yo no creo que pueda dormir.
- Mmm… -Tomé su mano.- Dale, te va a relajar.
- Estoy relajado eh, me dejaste bien relajado. –Reímos.-
- En serio te digo.
- Prefiero no dormir.
- ¿Seguro?
- Sí.
- Bueno, está bien. –Lo besé.-
- Vení…

Me acomodé a su lado y él me abrazó.

- Descansa mi amor.
- Gracias… Y suerte para vos. –Cerré mis ojos y él besó mi frente.-

Pasó un rato y lo sentí llorar.

- ¿Qué pasa amor?
- Nada.
- Te conozco, estás llorando. 
-Besó mi frente.- Necesito descargar un poco.
- Me garchaste tres veces y tenes que descargar más… -Reí.-
- No seas boluda. –Le dije riendo.-
-Lo miré.- Era un chiste, para que te rías. –Acarició mi mejilla.- ¿Seguro estás bien?
- Sí, dormí. Dale.
- No llores vos.
-Rio.- Quedate conmigo, vos me tranquilizas.
-Me acomodé sobre su pecho y lo llené de besos.- No llores, porque no me duermo.
- Vos dormí, dale.

 Al rato, me quedé dormida.

No sabía qué hora era, pero escuché un portazo y Pedro ya no estaba a mi lado.

- ¡Sos un hijo de puta Pedro! –Escuché que una mujer le gritaba.-

¡La puta madre! Suspiré y me vestí rápidamente.


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Explotó todo por el aire.

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